La frustración de la gente que defiende sus derechos ambientales




Por: María José Errázuriz L.


Entrevista a Flavia Liberona


La directora ejecutiva de Terram reconoce que dentro de los ecologistas hay contradicciones y también, que se han profesionalizado, pero alerta que aún la protección del medio ambiente en Chile es un tema pendiente que puede dañar la democracia.

La foto de un indefenso bote inflable zodiac luchando contra un gran barco ballenero en el tormentoso Pacífico y un largo lienzo de Greenpeace es, quizás, la imagen que hemos retenido en el tiempo y que nos remite a la lucha de los ecologistas a través del mundo.

Sin embargo, el tiempo ha pasado, los desafíos son distintos y hoy, las agrupaciones ambientalistas se han diversificado como una forma de especializarse y obtener más resultados en su lucha.

La directora ejecutiva de Terram, uno de los organismos no gubernamentales más importantes del país en este ámbito, Flavia Liberona, afirma que la defensa del medio ambiente efectivamente ha evolucionado, pero desgraciadamente las instituciones democráticas no, por lo que la frustración que acumulan los ciudadanos no es buena para la gobernabilidad.

Ese puede ser uno de los temas que la clase política y gobernante debiera atender. Bióloga (49 años, 3 hijos) siempre se sintió un bicho raro en la UC, porque si bien la ciencia y la investigación le atraían, mucho más la apasionaban los temas sociales adjuntos. 

Por eso no fue algo impensado que terminara ligada a Adriana Hoffmann y el movimiento de Defensa del Bosque Chileno. En ese círculo conoció, luego, a Sara Larraín, a quien acompañó en la formación de Chile Sustentable, y debido a que se le abrieron distintas puertas transitó por varias ONGs como Renace y Ecosistema. En Terram –ligada en el pasado a Marcel Claude- ancló en 2007.

Flavia Liberona no esconde que considera bastante malo el nombre ONG, pero sí resalta el aporte de estos grupos, que sin fines de lucro, buscan formular propuestas para que sean recogidas por las autoridades y así generar cambio y solucionar problemas.

La primera ONG de este tipo en Chile nació en 1968 -el Comité de Defensa de la Flora y Fauna, Codeff-, pero la situación política social dio prioridad a otras (como las de derechos humanos) por lo que su proliferación se produce a fines de los ´80. “Lo primero que hicieron fue más bien activismo para poner temas en la discusión nacional”, explica.

-¿Y crees que se abandonó ese perfil?
“Más que se abandonó se traspasó; hoy, si se pudiera clasificarlas, hay ONG que trabajan en conservación y tienen un nicho bastante definido como las de parques o ballenas; otro buscan incidir en las políticas públicas como Terram y hay otras que se dedican a hacer campañas y activismo como Greenpeace, Océano o las que confluyen en ello como el Consejo de Defensa de la Patagonia. Hay distintos nichos de trabajo; y en el activismo hay campañas más colectivas que la propia gente las instala como los pescadores de la caleta Mehuín.
“Hay un sin número de conflictos a lo largo de Chile que no están puestos por las ONGs, sino que las comunidades locales y esa gente le pide, a veces, ayuda a las ONGs. El tema de movilización social está en manos de distintos grupos sociales”.

-Las ONGs ambientalistas tienen su origen en ser contraparte de una economía liberal desatada. ¿Esa marca se ha ido matizando, se ha abandonado el ideologismo, quizás porque el mundo que les era más a fin se ha permeabilizado con ese sistema?
“En esto hay dos historias: las ONGs de conservadurismo no tienen nada de ideología y tienen que ver con un sentimiento y vinculación con el medio ambiente propio de la gente que quiere proteger el huemul, el alerce.
“Ahora, poco a poco, tanto en Chile como en el mundo, nos encontramos que a estos grupos adherían personas ligadas a un modelo de desarrollo económico de libre mercado y ellos empiezan a tener contradicciones porque en el fondo, la base de ese sistema es que los recursos son ilimitados.
“Mientras se quería cuidar un parque sin que se quisiera instalar una central no había problemas, pero las cosas se empiezan a enredar cuando el espacio para utilizar los recursos empieza a ser escaso. Así, los que eran conservacionistas empiezan a matizar el modelo y los empresarios también se cuestionan. No es que esto se dé en un lado; para ponerlo en un ejemplo muy concreto: hoy tenemos un empresario que vive esa contradicción. Víctor Hugo Pucci es dueño de una de las salmoneras más grandes del mundo y se opone a las represas en Aisén porque es su tierra natal”.

-¿Y no ha influido que el mundo concertacionista asumió la economía de mercado?
“No podría decir que la gente ha sido cooptada por este modelo, pero sí es muy duro estar siempre en la oposición, como sentimiento. Entonces, uno tiende, como persona e instituciones a generar propuestas dentro del modelo. Ese es un cambio. 
“También hay un proceso de entender más que es necesario hacer cuestionamientos más profundos a las políticas públicas”.

-¿Hablamos de una profesionalización? De tener más técnicos en el ambientalismo.
“Hay de todo. No creo que haya una mayor profesionalización tan claramente, pero hay un mundo de jóvenes adultos, no voluntarios, en un montón de instituciones ambientales, y que van a ser los líderes en 5 años más. Es gente que partió hace 8 años, muy motivada, y son profesionales que tiene un perfil más técnico que de activismo. Y no son tan visibles.”

-¿Tiene que ver esto con que el debate ya no se puede hacer sin atender todo el conocimiento científico que se pone sobre la mesa? Eso ya no se puede soslayar con la pura consigna.
“Cuando el ecologismo surge, es por una sensibilidad de las personas que ven un deterioro en el entorno...”

-Y hoy es difícil llevar un debate desde esa perspectiva...
“Exactamente, y por eso, crecientemente la gente se capacita. Y no sólo el personal de la ONG, sino que la gente. Si vas a Mehuín, los dirigentes sabrán explicarte porque no quieren el ducto de celulosa Arauco. Y las ONG se tuvieron que capacitar porque la Ley Base de Medioambiente se dictó en 1994, lo que generó un cambio en Chile; institucionalizó el tema”.

Flavia Liberona asegura que las ONGs se han logrado validar frente a la contraparte y en muchos ámbitos son interlocutores como en Hacienda, Ambiente, Energía, y otros, donde son requeridos. “No somos un gremio y por lo tanto, no tenemos una posición común a todo; hay una identidad de crítica al modelo de desarrollo y sobre todo, a como se hace la política ambiental en Chile que es bastante de papel y no de fondo, pero hay matices entre nosotras. Hay conservacionistas, institucionales, activistas y algunas ONGs comenten errores a juicio de nosotros mismos”.

-¿Con eso han obligado a que la contraparte también se profesionalice?
“Sí, en algunos temas, no todos, pero hay profesionales que obligan al Gobierno y a los empresarios a ser más rigurosos
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