Los vecinos de Atucha exigen seguridad




Vivir junto a una Central Nuclear. Quieren saber cómo proceder si tuvieran que realizar una evacuación masiva.

PorALEJANDRO MARINELLI 




Nunca nadie se preocupó demasiado por lo que podía suceder en Atucha porque la verdad nunca hubo accidentes en la planta. Pero después de lo que pasó esta semana, comenzamos a hacernos preguntas que no nos hacíamos. Los simulacros son muy espaciados y no tenemos demasiada información de lo que nos sucedería si hay un escape de radiación”. Aníbal Ledesma, de 49 años, salió a pasear por la plaza del centro de Lima en el jueves feriado. Hace 30 años que vive acá y llegó cuando la planta ya estaba en funcionamiento. Explica que las cosas siempre fueron así y que de tan naturalizado tampoco nadie lo cuestionaba mucho. “Antes no lo pensaba demasiado, pero ahora me da la sensación de que no estamos preparados. Hay gente que cree que nunca va a pasar nada”, dice refiriéndose a una posibles crisis por una fuga nuclear.
A 100 kilómetros de la Capital Federal, Lima pertenece al partido de Zárate. El centro queda muy cerca de la entrada y luego hay un largo recorrido de siete kilómetros por el que aparece a la izquierda el “Barrio Central Nuclear Atucha”, donde viven varios ingenieros nucleares y otros tantos empleados de la planta. Detrás de ese lugar, están levantando una nueva urbanización para albergar a más trabajadores. A lo largo de ese recorrido de casas bajas se ve la Escuela N° 31 y el camping del club de pesca, que da al río. Apenas después, aparecen las dos enormes cúpulas de Atucha I y II, rodeadas de una alta cerca de alambre, que deja ver las torres de alta tensión y los enormes edificios que separan las centrales. Alrededor hay granjas, algunas casas perdidas, la gente que vive en el delta y no mucho más.
Esta semana las llamadas al programa de María Ester Pérez, en FM Libre, fueron distintas a las de siempre. Las explosiones en los reactores de Fukushima provocaron que la eterna calma abonada por la bonanza económica que provoca la actividad nuclear en la zona se rompiera aunque más no sea por un rato. “Nos llamaron los vecinos, las maestras del Jardín de Infantes, gente desde Zárate, todos para saber cuán preparados estábamos si pasaba algo de verdad. Muchos piensan que no es lo mismo un simulacro, en el cual la mitad de la ciudad no participa, que una corrida masiva por el pánico de una fuga de Atucha. Por eso toda esta semana estuvimos hablando con especialistas para calmar a la gente que se había preocupado”, explica María Ester.
Varios de los vecinos inquietos enumeran sus preocupaciones y destacan entre ellas la falta de un hospital en Lima y las pocas rutas de salida.
“Sólo tenemos una Unidad Sanitaria limitada, que no tiene ni un quirófano. Para cualquier cosa más grave tenemos que recorrer 27 kilómetros, hasta el hospital de Zárate. Y después, hay una única salida asfaltada que da a la ruta 9. Nos vienen prometiendo que van a hacer obras en un camino de tierra que también va para la ruta, pero por ahora nada. Además, la mayoría de los médicos con los que hablamos esta semana nos confesaron que no sabrían del todo qué hacer si hay gente afectada por la radiación”, enfatiza Juan Carlos Pellegrino.
En la puerta de la veterinaria “Aellen”, Sandro Ister y Ricardo Diana bajan juguetes para mascotas de una camioneta. Frenan el trabajo para comentar su impresión sobre lo que les significa convivir con la planta. “Todos saben que hay más riesgos estando acá, pero este lugar vive gracias a esa actividad. Siempre fue así y nunca pasó nada, por eso hasta ahora no nos preocupamos”, coinciden.
Silvina Díaz juega con su pequeña hija apoyada en el mástil de la plaza. Ella cuenta que desde chica participaba de los simulacros en la escuela y que su hermano, que ahora va al secundario, también lo hace. “Les dan unos caramelos que hacen de pastillas antirradiación, los encierran en las aulas y les dicen que sellen las ventanas con cintas. Es algo que se hace desde siempre, pero que siempre esperamos no tener que usarlo”, se esperanza.
“Yo creo que lo que pasó ahora sacudió un poco a la gente. Porque vieron que las fallas pueden ser múltiples: en Japón fue por un tsunami, en Chernobyl, por una falla humana, pero también se puede producir por un tornado o por una violenta crecida del río. Cada vez hay más desastres naturales y nos estamos dando cuenta de que son muy difíciles de prever”, reafirma María Ester.

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