San Juan "paraíso" ¿minero?: $$$ de la Nación!






En Los Andes de ayer salió un gráfico a partir del cual hago una lectura complementaria al contenido de la nota, que considero clave a la hora de argumentar contra el "modelo de prosperidad minera" en San Juan y Santa Cruz, según la propaganda de Gioja, Mayoral, Barrick y muchos políticos y empresarios afines. No soy usuario registrado del IERAL-Fundación Mediterránea para poder acceder al estudio completo en http://www.ieral.org/novedades_ver.asp?id_noticia=1895, pero el gráfico de Los Andes que adjunto es bastante elocuente.
Según el estudio del IERAL, en el período 2003-10, San Juan recibió transferencias de capital desde la Nación por valor de 4.671 $ por habitante, mientras que Mendoza sólo 1.058 $ por habitante, es decir 4,4 veces menos. Mejor no amargarse mirando el caso de Santa Cruz y sus 20.893 $ por habitante transferidos desde la Nación. Catamarca (donde el municipio de Andalgalá!! el año pasado no tenía para pagar los sueldos) recibió 2.886 $ por habitante.
Multiplicando por la población según los datos preliminares del censo 2010 (utilicé esos a falta de contar con el informe completo del IERAL), resulta que la Nación habría transferido a San Juan 3.178.274.517 $, mientras que a Mendoza (cuya población es 2,56 veces la sanjuanina) sólo 1.842.623.380 $. Según ese mismo cálculo, a la petrolera y minera Santa Cruz (sólo 15,6% de la población mendocina) le habrían llegado desde Nación 5.693.843.032 $.
Un indignado abrazo!
Enviado por: "Marcelo Giraud" 


Coparticipación: Mendoza recibió $ 607 millones menos en los últimos 7 años
Según el Ieral, de la Fundación Mediterránea, si se hubiera cumplido con el coeficiente de coparticipación federal, la provincia podría haber recibido $348 más por habitante.


Por: Jaquelina Jimena -

En un ejercicio hipotético, el Ieral de la Fundación Mediterránea, señaló que si se hubiera aplicado el coeficiente de coparticipación a las transferencias de capital, Mendoza podría haber recibido $ 607 millones desde 2003 hasta 2010. 
“Existe una porción de las transferencias a las provincias que no están reguladas por leyes de coparticipación y similares, que los gobiernos nacionales manejan en forma discrecional. Esto suele ocurrir especialmente con las Transferencias de Capital, es decir, las que envía la Nación para que las provincias destinen a obras públicas, como por ejemplo, rutas, viviendas, etc".
"Si bien este manejo está avalado por la ley de presupuesto de cada año, el informe realizó un ejercicio particular. Ensayar un escenario económico sobre lo que hubiera recibido cada provincia para este tipo de destinos si, en lugar de haberse distribuido discrecionalmente las transferencias de capital, el monto total transferido por la Nación se hubiera repartido según los coeficientes de coparticipación federal, en forma automática. Según nuestro cálculo Mendoza debería haber recibido unos $ 607 millones más, tomando en cuenta el período 2003 hasta 2010”, aclaró Marcelo Capello, uno de los autores del informe del Ieral. 
A la hora de trasladarlo por habitante, y tomando en cuenta el mismo período, la transferencia de capital de la Nación hacia Mendoza fue de $ 1.058 por habitante, cuando si se hubiera tomado el coeficiente de Coparticipación Federal, la provincia hubiera recibido $ 1.406 por habitante. 
Desde la óptica del Ieral, el federalismo argentino se ha configurado con el correr de las últimas dos décadas de un modo absolutamente complejo, con recursos impositivos que son desviados de la masa de coparticipación a través de múltiples regímenes especiales que carcomen los recursos provinciales. 
“En contrapartida, durante los últimos años, el gobierno nacional ha ido ampliando el uso de transferencias a provincias con carácter discrecional, dirigidas a financiar gastos corrientes, erogaciones de capital, subsidios a los sistemas previsionales provinciales (transferencias a las cajas de jubilación no transferidas y absorción del déficit de las cajas transferidas a la Nación), el reparto de una porción de las retenciones sobre el complejo sojero en virtud del Fondo Federal Solidario (FFS) además de brindar asistencia financiera”, afirmaron desde el Ieral.
De este modo, y según los economistas de la Fundación Mediterránea, las provincias reciben fondos de la Nación esencialmente por 5 vías: 1) Coparticipación Federal de Impuestos; 2) Otras transferencias en base a leyes especiales; 3) Transferencias Corrientes a Provincias; 4) Transferencias de Capital; 5) Asistencia Financiera. 
"Los envíos tipo coparticipación federal de impuestos y otras transferencias en base a leyes especiales, son definidos por leyes de modo que el reparto es automático. Por ende no existe discrecionalidad respecto a cuánto, cuándo y a quién enviar los recursos ya que dichos elementos están previstos en la normativa. De todos modos, puede tratarse de envíos redistributivos, en el sentido que a algunas provincias retornan más recursos que los que éstas aportan a la recaudación de los impuestos nacionales y viceversa con otras". 
Sin embargo el informe llamó la atención sobre los envíos relacionados a Transferencias Corrientes a provincias y Transferencias de Capital, los que por lo general son discrecionales. Quiere decir que las decisiones respecto a "cuánto, cuándo y a quién transferir" no están previstas específicamente en ninguna normativa sino que se deciden en cada momento del tiempo en función de criterios del Ejecutivo. 

Discrecionalidad y dependencia en clave 2011 

No es la primera vez que la política distributiva de la Nación con respecto a Mendoza es puesta en el tapete. 
El año pasado el Consejo Empresario Mendocino -CEM- dirigido por la economista Silvia Jardel, ya alentaba que "el Proyecto de Presupuesto 2011 no escapa a lo acontecido en años anteriores. Las proyecciones macroeconómicas en materia de crecimiento y nivel de inflación, implican una subestimación de recursos en aproximadamente $ 36.000 millones".
Continúa: "Con un nivel de ingresos fiscales para 2011 de $ 492.179 millones, se prevé una presión tributaria del 30,4%, superando los niveles históricos (en 2003 registraban el 19% del PBI)". 
Más aún, los expertos del CEM afirmaron que "la composición del presupuesto indica que el 70% del gasto estará destinado a Transferencias, por lo que el nivel de discrecionalidad en la ejecución será muy amplio, a lo que se debe agregar las facultades del jefe de Gabinete para modificar el Presupuesto.
A esto se suma que en la distribución geográfica del gasto, Mendoza se encuentra relegada, con lo cual los recursos que la provincia recibirá en forma automática por la ley de coparticipación serán, en proporción, una pequeña cifra respecto a la que se distribuya con otros criterios". 
No han sido los únicos en subrayar la desventaja competitiva de la provincia. Desde la Federación Económica de Mendoza, a través de sus informes económicos, vienen reclamando una mayor acción del gobierno provincial. Más aún, a principios de este año afirmaron que “Mendoza, en muy pocos años, perdió alrededor de un 10% de su autonomía fiscal. Esta situación ocurrió porque el volumen total de sus ingresos provenientes de los recursos propios se achicaron desde un 60%, que disponía en 2003, a casi un 50% (exactamente, 48,92%) en 2010”, subraya el informe de la FEM, en base a los datos de la Dirección General de Rentas (DGR).

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Turbulencias que jaquean al sistema
La escalada del oro empezó hace diez años. Pero a diferencia de otras anteriores, el salto actual arrastra señales de un fin de época. Consecuencias de las que Argentina no está exenta.
Por Raúl Dellatorre
De los dos flancos por donde puede llegar el contagio de la crisis, el comercial y el financiero, el segundo es el más preocupante para Argentina. Algunos hechos de las últimas semanas corroboran que la sombra de una nueva etapa recesiva avanza sobre las cabezas de los principales líderes mundiales. En América latina, el encuentro de ministros y jefes de bancos centrales de la Unasur es una demostración de que la amenaza no les pasó inadvertida. Pero la coordinación de políticas que está en elaboración podría no ser suficiente si sólo contempla defensas comerciales. En tal sentido, hay referencias de que la actual trepada del oro podría ser algo más que la búsqueda de refugio por parte de los inversores, sino el primer síntoma de la debacle de un sistema financiero que todavía nos tiene a todos como socios solidarios en las pérdidas. La diferencia entre un impacto por vía comercial y otro por vía financiera está dada, entre otras particularidades, por la inmediatez que por ejemplo tiene una corrida contra los bonos de deuda o la moneda de un país, con respecto a un proceso mucho más paulatino que genera una caída en el comercio mundial o de la demanda de determinados productos (materias primas agrícolas, por ejemplo, para citar el rubro de mayor sensibilidad para Argentina). En este sentido, una violenta caída en los precios de las materias primas exportables, por caso, debería ser considerado dentro del flanco financiero, ya que los eventuales movimientos bruscos en dichos valores sólo pueden ser atribuidos a factores especulativos, hoy dominantes en esos mercados. El ascenso del precio del oro con respecto al dólar no se inició con la crisis de las hipotecas “subprime” de Estados Unidos de 2007/2008, sino mucho antes, en la primera mitad de 2001. Y desde entonces ha seguido una secuencia lógica que, los más estudiosos, comparan con el salto del valor del metal en los años ’70, encontrando más de un factor de inestabilidad común a la etapa actual. Entonces, como ahora, la explosión o “burbuja” del precio del oro se desarrolló en tres etapas. La primera se caracteriza por compras gradualmente crecientes, que va llevando a un paulatino crecimiento del precio, repuntando de su anterior estancamiento. En el ciclo anterior, esta etapa transcurrió entre 1971 y 1974, en el que se elevó el precio de la onza de menos de 50 dólares a más de 100 hacia el final. En el ciclo actual, se inició a principios de 2001 y fines de 2005, que lo llevó de poco más de 250 dólares a un valor cercano a los 500 dólares. La segunda etapa es la de la expansión del mercado (según la describe Jorge Beinstein, economista argentino, en un trabajo no publicado escrito en 2007), que lleva al mercado del oro a ser uno de los centros de la especulación mundial. “Los grandes inversores intervienen cada vez más activamente, el precio sube a mayor velocidad, pero existe todavía una opinión mayoritaria afirmada en la creencia de que la situación está bajo control.” Ocurrió entre 1974 y 1978 (el oro pasó de 100 a 180/200 dólares la onza), y podría señalarse que se reprodujo entre 2006 y 2008/2009, cuando aún el valor de 1000 dólares se estimaba como un “techo”. El paso a la tercera etapa es veloz y se caracteriza por el contagio de la manía especulativa a vastos sectores económicos, incluidos pequeños y medianos especuladores. “En cierto momento, a causa de factores económicos o políticos que provocan mayor incertidumbre, cunde el pánico y el precio comienza a subir alocadamente, fuera de todo control.” Fue lo que sucedió en 1980, cuando después de superarse “el techo” de 400 dólares, las postas de los 500 y los 600 se traspasaron en cuestión de semanas, casi imperceptiblemente. El delirio duró unas semanas, pero luego el mercado se acomodó y renació la calma en valores “más razonables y perdurables”, en torno de los 400 dólares. Tras la actual carrera que ya pasó los 1870 dólares, ¿volverá a ocurrir lo mismo? Hay razones para sospechar que las cosas están más complicadas que en la salida del anterior ciclo. Los estudiosos apuntan: la desconfianza actual no es sólo respecto del dólar, sino de un conjunto de monedas de referencia (euro, yen). La capacidad de los grandes bancos centrales de manipular la cotización, mediante sus intervenciones en el mercado del oro, esta vez se agotó mucho más rápidamente. Peor aún: un enorme abanico de países, China y Rusia incluidos, están transformando parte de sus reservas en dólares al oro, para proteger su valor, lo que los convierte en demandantes y no neutralizadores del mercado. ¿Será el final del juego, como pronostican otros analistas? ¿Es decir, la crisis general del sistema monetario mundial y la hegemonía del dólar? Parece muy audaz mientras no haya sistema de reemplazo a la vista. Pero, sin llegar a tanto, el pronóstico es preocupante y pinta un panorama de fuertes turbulencias de aquí hasta que se defina ese final del juego. Exportadores de materias primas, países que operan en el área dólar y otros ligados al sistema financiero mundial de distintas formas deberían estar preparados para la aparición de nuevas complejidades, ante las cuales no hay blindaje que valga.

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