El peso de la decisión de conservar su naturaleza recae sobre el Tercer Mundo








El resguardo sustentable de la flora y fauna en el corto plazo va en contra del PIB. Tomar una decisión conservacionista es optar por menos recursos inmediatos, algo muy difícil de aceptar por una población pobre.

Los países desarrollados disfrutan la depredación del medio ambiente en el sur, no del suyo. Casi el 60% de la tierra que aprovechan los europeos está en países pobres. Directamente entonces no es su problema cuidar la naturaleza de otros aunque sean los que la destruyen para obtener beneficio económico.

Tiene razón el mundo en desarrollo cuando exige a las potencias occidentales financiar las medidas de paliación del daño ambiental que hicieron. Sin embargo ese pago justo no llega.

Por lo tanto una dramática disyuntiva queda en manos de quienes son los menos responsables: autodestruirse a cambio de ingresos transitorios, o proteger su riqueza viviendo de los medios naturales ya en explotación.

Es muy difícil decirles a las familias pobres que no talen selvas para vender madera y se opongan a explotaciones mineras y agronegocios que ofrecen trabajos. Incluso sabiendo que seguirán siendo pobres y el daño será en beneficio de ricos locales y de millonarios y consumidores extranjeros.

Bolivia y Ecuador son ejemplos de esa situación. Si el gobierno de Evo Morales abre el parque Isiboro Sécure con una carretera de Brasil a Perú obtiene ingresos pero condena una riqueza declarada bajo protección. En Ecuador el gobierno de Correa ha pedido donaciones por cien millones de dólares para preservar el parque Yasuní y si no se reciben el 2011 autorizará explotar su petróleo con las consecuencias inevitables para sus animales, plantas y poblaciones indígenas.

Es indudable que los gobiernos de Correa y Morales no quieren dañar su patrimonio natural, el problema es si habrá la valentía política y ciudadana para vencer la conducta normal en el capitalismo de intercambiar la muerte de la naturaleza por dinero. De preferir un corto presente en desmedro de un largo futuro.
Los países ricos causantes de la crisis del planeta dejan el papel de héroes del buen vivir o de verdugos del medio ambiente a los mismos pobres que han sido por siglos sus víctimas.

Al margen de las razones el hecho es si se depreda o se preserva la naturaleza, el planeta.





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