Presentan más de mil reclamos por construcción de HidroAysén




La coordinadora técnica del Consejo de Defensa de la Patagonia, Daniela Castro, dijo en un comunicado que la elevada cifra de reclamos "demuestra que los ciudadanos están dispuestos a dar todas las luchas que sean necesarias (...) para ejercer su derecho a tener una calidad de vida apropiada". Decenas de organizaciones ciudadanas presentaron este martes más de un millar de reclamaciones ante el Servicio de Evaluación Ambiental de la región de Aysén, para revertir la resolución que aprobó la construcción de cinco represas en la Patagonia.

La coordinadora técnica del Consejo de Defensa de la Patagonia, Daniela Castro, dijo en un comunicado que la elevada cifra de reclamos "demuestra que los ciudadanos están dispuestos a dar todas las luchas que sean necesarias (...) para ejercer su derecho a tener una calidad de vida apropiada".
Las alegaciones contra HidroAysén fueron presentadas por organizaciones de distintos ámbitos, como ambientalistas, comerciales y religiosas, y apuntan a diversos aspectos de la aprobación del proyecto hidroeléctrico.
Reclaman por los riesgos del vaciamiento de lagos glaciares en la operación de los embalses, el aumento de la población de algunas provincias con la llegada de trabajadores y el impacto del proyecto en las actividades económicas de la zona, especialmente en el turismo.
"Aprobar un proyecto sin haber evaluado los impactos es ilegal", aseguró castro, quien añadió que "no se evaluaron los impactos y no se mitigaron".
HidroAysén, a cargo de un consorcio integrado por Endesa Chile, filial de la española Endesa, y la chilena Colbún, involucra una inversión de 3.200 millones de dólares y la inundación de unas 5.000 hectáreas para la construcción de 5 represas y la generación de unos 2.750 megavatios de energía eléctrica.
El proyecto, rechazado por organizaciones ecologistas y parte de la comunidad de la región de Aysén, fue aprobado el pasado 9 de mayo por la Comisión de Evaluación Ambiental de esa región.
Desde entonces, en Santiago y otras ciudades de Chile se han sucedido protestas contra el proyecto que han congregado a decenas de miles de personas, mientras el consorcio ha desplegado una campaña publicitaria para defenderlo.
El viernes de la semana pasada, la Corte de Apelaciones de Puerto Montt impugnó por dos votos en contra una de las iniciativas presentadas por entidades que se oponen al proyecto.
El Mostrador.

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Juan Pablo Orrego (Ecosistemas)

El 6 de octubre pasado, la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, en un fallo dividido, 2 a 1 –con su Presidente dándonos la razón-, rechazó los 7 recursos de protección interpuestos por los abogados de Patagonia Sin Represas.

Este es claramente un episodio más de denegación de justicia en Chile. Lo alegado era nítido: que el procedimiento de evaluación de HidroAysén ha estado plagado desde sus orígenes de falencias, irregularidades e ilegalidades.
Nos recuerda fallos relacionados con las 'violaciones de derechos humanos', forma eufemística para referirse a asesinatos cometidos durante la dictadura, y la magra justicia que han brindado las Cortes chilenas y el Estado en general, en este sentido.
Y no se trata de ser vengativos, sino de que se desnuden la realidad y la verdad, que no se tapen con velos, tecnicismos e hipocresías, porque si no el inconsciente y el consciente colectivo de todos los chilenos y chilenas se desgarran, y la rabia y el resentimiento cunden, la convivencia se degrada, y el país anhela cada vez con más fuerza todo eso que necesita y se merece, y que no llega, frustrándonos una y otra vez.
El país deja de ser comunidad y pasa a ser un imprevisible y turbulento caldo social a presión, como un gran animal de mil cabezas enjaulado, impotente y furioso, deprivado de protagonismo, de calidad de vida y de 'justicia divina', que busca destrozar el entorno opresor.
Ciertamente, el fallo por HidroAysén no es tan dramático, importante y definitorio como muchos otros fallos injustos que nos han regalado las Cortes chilenas en las últimas décadas, pero se suma a una 'tradición', a una historia que está llevando a que cada día les tengamos menos respeto a los tres poderes –ejecutivo, legislativo y judicial- que se supone nos representan y laboran en pos de generar las condiciones para que todos tengamos una vida con bienestar, con sentido, con proyecciones.
Esta falta de respeto con lo nuestro socava todo, qué duda cabe, pero el problema es que Chile va marcha atrás.
Los que niegan la anomia cultural, la desintegración social, e incluso moral, que están cundiendo es porque no quieren saber, encupulados en alguna torre de cristal.
El fallo respecto de HidroAysén nos recuerda los tiempos del Biobío, de Pangue y Ralco, de los Pehuenche.
Fuimos testigos de sentencias de las Cortes, y de la Contraloría, que transitaban desde la evasión del fondo de las causas, a lo surrealista y corrupto, evidentemente distorsionadas por el tráfico de influencias.
Cuando el Estado y sus poderes contribuyen a la degradación del estado de derecho y de la verdad... ¡sálvese quien pueda!
Después... rasgan vestiduras y se lavan las manos por la violencia, el lumpen, los destrozos, heridos y muertos.
En cualquier empresa los directores que fracasen en cumplir con la misión encomendada serán despedidos.
Si observamos el estado de Chile hoy, los niveles de descontento, de desigualdad, pobreza... de injusticia, de degradación ambiental... la carestía que nos asola, queda claro que debiéramos despedir a los más directamente mandatados para hacer funcionar bien nuestro país: a gobernantes, legisladores y jueces.
Si las mayorías claman por cosas fundamentales, tales como un nuevo entramado constitucional y legal, por una democracia real sin enclaves, ni amarras ni sectores intocables, por educación y salud gratuitas, de alta calidad para todos ¿por qué no se comprometen los tres poderes a trabajar incansablemente mano a mano con la ciudadanía, de quienes son los servidores, hasta hacerlo realidad?
Si la mayoría se opone a HidroAysén, un proyecto descabellado, impulsado únicamente por pésimas razones corporativas, ¿por qué no se lo elimina junto con sus malsanas influencias que degradan y corrompen el sistema?
Este no es el país que queremos, y la mayoría sabe cuál es el que necesitamos.
Cabe preguntarse si los poderes institucionales y fácticos van a atinar para que el nuevo Chile nazca desde la base, armoniosa y democráticamente.
La alternativa de la profundización del caos no es auspiciosa.
BOLETÍN 271 ECOSISTEMAS

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