EEUU: Ballenas francas amenazadas por un océano cada vez más ruidoso



Cualquiera que viva cerca de una autopista muy transitada puede identificarse con la ballena franca del Atlántico. El estudio publicado el miércoles pasado muestra que estos leviatanes frente a la costa de Nueva Inglaterra se ven sujetos a tal constante estruendo submarino que la mayor parte del tiempo les resulta difícil escucharse entre ellos.
Es un peligro que podría estar afectando a la capacidad de la especie críticamente amenazada para navegar, evitar depredadores y cuidar a sus crías.
El comercio global y la industria del crucero han traído a la región más barcos cada vez más grandes y ruidosos, provocando que las ballenas pierdan cerca de dos tercios de su capacidad para comunicarse entre ellas en comparación a hace 50 años, según ha hallado una investigación conducida por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.
Se cree que las 450 ballenas francas que quedan en el mundo usan sus gemidos, sonidos y silbidos para hallar alimento, aparearse y sortear peligros en el mar.
"Hay todo este zumbido general con el que tienen que tratar y que ha aumentado con el tiempo," decía Leila Hatch, ecologista marina del Santuario Nacional Marino Stellwagen de la NOAA y autora principal del informe publicado en la revista Conservation Biology.
Aunque los autores del estudio señalan que no pueden concluir cómo les está afectando el ruido en comparación con la miríada de otros problemas a los que ya se enfrentan, dicen que probablemente sea significante. Estimaron que los niveles de ruido han aumentado en cerca de 10 decibelios frente a la costa de Boston durante la segunda mitad de siglo. Tal aumento representa un cambio dramático.
Estas ballenas dependen de su capacidad para escuchar, mucho más que de su capacidad para ver. Es probable que el ruido crónico esté reduciendo las oportunidades para congregarse y compartir información vital, dice Hatch.
Los investigadores pasaron tres años usando instrumentos acústicos sumergidos en el banco Stellwagen para medir en tiempo real los lugares, niveles y tipos de sonidos de barcos, ballenas y océano en general. Solo en abril de 2008, el momento álgido de la temporada de alimento de la ballena franca frente a la costa de Massachusetts, los científicos documentaron más de 22.000 llamadas de ballenas francas.
El grupo, incluyendo investigadores de la Universidad de Cornell, el  Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste de la NOAA y la Marine Acoustics Inc., un grupo consultor ambiental con sede en Arlington, estimó también como el sonido submarino había cambiado a lo largo del tiempo en comparación con una amalgama de datos históricos de masas de agua parecidas.
Aunque Jacques Cousteau llamó a las profundidades del mar "The Silent World" (El  mundo silencioso), en realidad los océanos en su estado natural están llenos de delfines chirriando e incluso rugidos submarinos de vientos ocasionales. Sin embargo los barcos, el sonar, la exploración petrolera y otro tráfico marino está ahogando estas conversaciones entre mamíferos marinos que dependen de su oído super sensible para poder navegar y comunicarse.
El sonido, en especial aquel sonido de baja frecuencia que usan las grandes ballenas, viaja cinco veces más rápido bajo el agua que en tierra y puede ser transportado por el vasto océano. Las manadas de ballenas suelen comunicarse a través de cientos e incluso miles de millas.
Al igual que las obras de construcción molestan a los humanos que están cerca, ráfagas breves de sonido perturban a los animales marinos, según una creciente prueba recopilada por científicos.
El estudio se centró principalmente en el ruido de fondo que el coautor Christopher Clark de la Universidad de Cornell llama "niebla acústica". Como la niebla que puede esconder una vista desde Provincetown a Plymouth, dice, el ruido de fondo obstaculiza la capacidad de las ballenas para comunicarse a largas distancias.
Los científicos están particularmente preocupados por la ballena franca del Atlántico Norte, llamada así porque flotaba una vez arponeada. La ballena nunca se ha recuperado tras ser cazada hasta casi su extinción en el siglo XVII.
Muchas de las criaturas se enredan en los aparejos de pesca pero otras mueren como consecuencia de colisiones contra embarcaciones. Conservacionistas, gobiernos e industria han hecho esfuerzos por alejar las rutas marítimas de Boston y requieren barcos mas lentos cerca de las ballenas alimentándose. Existe incluso una aplicación iPad y iPhone que advierte a los marineros a lo largo de la costa este de Estados Unidos cuando entran en áreas de alto riesgo de colisión con ballenas francas.
"Básicamente, las ballenas frente a la costa de Boston viven hoy en día en un mar repleto de nuestra niebla acústica," dice Clark. 

 Fuente: Oceansentry.org -  Imagen gráfica: rainforestradio.com 
El fotograma, muestra el ruido provocado por una sola embarcación comercial, en la bahía de Boston. El color amarillo-naranjo significa un océano ruidoso. Los cantos de las ballenas no logran traspasar el ruido de las embarcaciones.

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