Sanear el Riachuelo argentino, un tango para bailar más de dos

Por Fabiana Frayssinet

Inmortalizada por un famoso tango, la “Niebla del riachuelo” comienza a disiparse en la cuenca hidrográfica argentina más industrial y contaminada. Pero siglos de abandono y la compleja articulación de intereses políticos y económicos dificultan un saneamiento que requiere más que una pareja para bailar al compás.
El río que recorre 64 kilómetros desde el partido (distrito) de La Matanza, de la oriental provincia de Buenos Aires, hasta el turístico barrio de La Boca, en la capital, fue ilustrado en 1937 por el tango de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián, como un “turbio fondeadero donde van a recalar barcos que en el muelle para siempre han de quedar”.
Pero lejos de las licencias poéticas de un tango con innumerables versiones, fue en realidad durante dos siglos, un vertedero de desechos cloacales e industriales, con un olor hediondo.
Ahora, gracias al Plan Integral de Saneamiento Ambiental aprobado en 2011, la situación cambió en la cuenca llamada Matanza en sus orígenes y Riachuelo en su desembocadura al río de la Plata.
“La niebla no está más…porque era un factor que tenía que ver con la contaminación del agua… así que pobre Cadícamo, no podría volver a escribir Niebla del Riachuelo”, destacó a Tierramérica el vicepresidente ejecutivo de la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), Antolín Magallanes.
En 2008, la Corte Suprema de Justicia instó a sanear Riachuelo a Acumar, integrada por los gobiernos nacional, provincial y capitalino y que involucra a los 14 municipios de la cuenca.
“En 30 años de democracia la creación de Acumar (en 2006) es un tremendo avance histórico, porque por primera vez permitió que tres jurisdicciones puedan articular una gestión, que la sociedad civil controle, incluso gestiones no todas del mismo color político”, destacó Magallanes.
“Eso es parte del saneamiento. No es solo la basura que está en el río, porque la basura que está en el río expresa la no unión anterior de todas esas partes”, ilustró.
Área industrial del Riachuelo, con el puerto al fondo, en Buenos Aires. Desde que en 1801 se instalaron las primeras fábricas en su ribera, se hizo habitual lanzar los desperdicios al río. Ahora hay 15.000 industrias, de las que 459 se reconvirtieron para no contaminar y otras 1.300 están en ese proceso. Crédito: Fabiana Frayssinet /IPS
En la cuenca viven más de cinco millones de personas, 10 por ciento en barrios precarios. De ese total, 35 por ciento carece de agua potable y 55 de cloacas.
Entre otros resultados, el plan removió unos 60 buques abandonados en el río, que la metáfora del tango describió como un “torvo cementerio de naves que al morir, sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir”.
También extrajo unas 1.500 toneladas de residuos sólidos del espejo de agua y de las márgenes, y abrió el camino de sirga, un borde de 35 metros para limpiar la orilla y así poder tener acceso, control y saneamiento del cuerpo de agua.
Además, se incorporaron 1,5 millones de habitantes a la red de agua potable y ahora se realizan evaluaciones sanitarias en áreas de riesgo y se construyen 14 centros de salud.
“Estamos cubriendo algo que no existía: un perfil en salud ambiental específico de la cuenca Matanza Riachuelo, que dará resultados nuevos”, subrayó Magallanes.
La no gubernamental Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) señala que aunque “lo realizado resulta necesario, es muy bajo en relación a todo lo que queda por hacer”.
“Estructuralmente se hizo muy poco. Con retraso, vienen encarándose obras de saneamiento para que el Riachuelo no siga siendo una cloaca a cielo abierto”, especificó a Tierramérica el presidente de la independiente Fundación Metropolitana, Pedro Del Piero.
Eso comenzará a salir del papel, a través de un financiamiento de 840 millones de dólares del Banco Mundial.
Para ello, se construirá un gran tubo colector en la margen izquierda del Riachuelo, que conducirá los residuos cloacales a diferentes plantas de tratamiento, para evitar su descarga directa al cauce.
Además se establecerán estaciones de aireación y un emisario subfluvial, una gran tubería subterránea de 11,5 kilómetros, que transportará y descargará aguas residuales ya tratadas hasta el cauce del río de la Plata.
Eso permitirá “que usos hasta el momento inimaginables, como pasear por el río y otras actividades recreativas, sean posibles”, resumió Daniel Mira-Salama, del Banco Mundial.
Andrés Nápoli, director de FARN, pide además un control más riguroso de la contaminación industrial, junto con leyes que cambien las actuales, “sumamente permisivas”.
La organización ambientalista Greenpeace denunció en junio que no había mejoras en la calidad del agua, dada la presencia de 0,5 miligramos de oxígeno por litro, cuando serían necesarios cinco miligramos para la vida acuática.
Otro informe, este de Cruz Verde Internacional, resaltó que el suelo ribereño tiene niveles muy altos de zinc, cobre, níquel y mercurio entre otros elementos.
Magallanes descalificó el informe como “viejo”, al basarse en datos del trienio 2008-2010.
De un total de 15.000 fábricas registradas en la cuenca, ya 459 se reconvirtieron y otras 1.300 están en proceso de hacerlo, entre ellas las más contaminantes.
Allí existe “una tensión muy grande”, admitió Magallanes, para quien la cuenca es “una especie de metáfora de Argentina”.
Es “el lugar por donde pasaron la conquista, el desarrollo y revolución industrial” y que la crisis argentina de 2001 castigó con el cierre de industrias y desempleo, recordó.
“Eso implica muchas conductas muy arraigadas que hay que cambiar, y que las empresas de a poco vayan tomando conciencia”, justificó.
Nápoli atribuye la lentitud al “gran entramado de intereses políticos y económicos del conurbano bonaerense”, agravado por “las peleas políticas” de diferentes “colores políticos”, entre el gobierno de la presidenta Cristina Fernández y la oposición que gobierna la capital.
Acumar “está todo el tiempo a merced de los avatares políticos de los funcionarios federales de turno”, coincidió Del Piero.
Para Magallanes, son dificultades normales dentro de la democracia.
“Antes cada jurisdicción hacía su limpieza, tenía su librito de manual ambiental, o no hacía nada”, argumentó.
Acumar reubicó 122 familias de zonas de riesgo, está construyendo más de 1.900 viviendas y avanza con otros 1.600 proyectos.
Pero Nápoli lo considera insuficiente: “Hay personas vulnerables en bordes de arroyos, o conviviendo con industrias contaminadas. “Seis años después del fallo de la Corte no sabemos quiénes están en riesgo”, acotó.
También consideró urgente la remoción de vertederos de basura de diferentes dimensiones. De los 186 desalojados de la cuenca, 70 por ciento resurgieron, dijo Nápoli, para quien el origen del problema es una gestión que “entregó” la basura “al control” de los municipios.
Para solucionarlo, Acumar está estableciendo plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos municipales.
“En la disipación definitiva de las nieblas del riachuelo, vamos por un camino muy positivo. De la tensión a la transformación”, evaluó Magallanes.
“Obvio que falta un montón por hacer. Pero todos ya estamos discutiendo el río. Eso es bueno. Es parte de esa recuperación”, sintetizó.
Editado por Estrella Gutiérrez
Este artículo fue publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica
Inter Press Service - IPS Venezuela
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