Chile: La Ballena Azul vuelve a peligrar a manos de Japón


Organizaciones locales ven con preocupación el anuncio del país nipón de reactivar su cacería. En Chile conviven tres familias de ballenas en sus aguas jurisdiccionales, hoy uno de los santuarios naturales más grandes del mundo. 
El 18 de noviembre pasado, asociaciones defensoras de cetáceos de todo el mundo vivieron un deja vu: fueron testigos de cómo Japón anunció la reactivación de la caza de ballenas con fines científicos. Según la Agencia de Pesca, el gobierno nipón redactó un nuevo plan de caza que fue enviado a la Comisión Internacional Ballenera. Allí, se leyó la pretensión de capturar 333 ballenas Minke por año, entre 2015 y 2027, en contraste con las 935 Minke que se capturaban. En Chile hay tres tipos de familias de ballenas (balaenopteridae, balaenidae y neobalaenidae). En el grupo de las primeras, se encuentra la Minke, la Jorobada y la Azul, la más grande.
La medida causó sorpresa: un fallo de la Corte Internacional de Justicia de este año dictaminó el cese de las faenas asiáticas en mar Antártico. "El tribunal concluye que los permisos especiales concedidos a Japón para matar, capturar y comerciar con ballenas en el marco del acuerdo JARPA II (II Programa Japonés de Investigación sobre Ballenas en el Antártico bajo Permiso Especial) no tienen fines científicos", se escribió en el veredicto, bajo firma del presidente del tribunal, Peter Tomka.
El tema no es ajeno en Chile. A pesar que el fallo fue "con efecto inmediato", Japón continuó con el plan, lo que motivó a que este año el Senado adoptara dos proyectos de acuerdo llamando a la Presidenta Michelle Bachelet a elevar una propuesta diplomática contra Japón. Esto se suma a los esfuerzos de 2008, cuando Chile promulgó una ley de protección de cetáceos que convirtió todas las aguas jurisdiccionales del país en el santuario de ballenas más grande del mundo. La idea se aprobó por unanimidad y contó con el apoyo de la Armada de Chile y el 99% de la ciudadanía, de acuerdo a una encuesta encargada a Adimark por el Centro de Conservación Cetácea (CCC). En Chile, las ballenas son materia de Estado.

Al rescate
El CCC data de 2001 y es una organización no gubernamental chilena que trabaja por la conservación de las especies de cetáceos y sus ecosistemas acuáticos, no sólo aquí, en todo el Hemisferio Sur. La investigadora Elsa Cabrera es parte de la institución, la misma que integra la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC) y participa desde hace una década en la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Sus puntos de estudio son, en específico, la ballena azul y la ballena franca austral. Para Cabrera, la decisión japonesa no tiene peso: es inviable. "Lamentamos que a pesar de un fallo internacional, el gobierno japonés siga con esta matanza, que no tiene sustento científico. Ahora tenemos un nuevo programa, que no reduce el numero de ballenas para caza, porque 300 es el número que ya estaban capturando".
Una de sus preocupaciones, es que el programa se extienda al sureste antártico. La caza de cetáceos con fines científicos está exenta de un veto internacional que se redactó en 1986 sobre el mercado de estos productos. La medida se tomó tras la evidente reducción de la población de ballenas.
El objetivo del actual gobierno nipón es demostrar que las reservas son lo bastante amplias como para retomar la captura comercial.
"Esto es caza comercial escondida bajo artilugios científicos. Esperemos que el gobierno dé una señal pronto", dice Elsa. La vía, según ella, es simple: el problema de la caza ilegal le corresponde a Cancillería, a través de su Departamento de Mar. El Senado, corporación atenta al problema a través de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales, aún no se refiere al anuncio japonés, pero no descartan una reacción. "Perfectamente puede que haya un proyecto, el tema es muy amplio y sin prejuicio de eso hemos tratado temas relacionados", responde Leonel Figueroa, abogado asesor de la comisión.
Pero Japón no es el único cazador. Noruega e Islandia también practican la matanza, pero en aguas locales. A los asiáticos, en cambio, se les acusa de hacerlo en aguas internacionales y protegidas. "Japón se autoimpuso una cuota, hace unos años, de 850 ballenas por año, un 10% de la población total, pero efectivamente cazaban 300, la misma cantidad que hoy piden", recuerda Elsa. Australia demandó a Japón en 2010 en la Corte Internacional de Justicia por la caza ilegal en sus aguas. El fallo benefició a los oceánicos. La agravante fue la falta de argumentos para explicar el número de cetáceos casados. En 1987, con la moratoria sobre la caza comercial vigente, Japón objetó la medida e incluso recibió amenazas de EE.UU. Los nipones aceptaron la moratoria, pero negociaron una cuota de 300 ballenas, para continuar con la "investigación científica".
Según CCC, esta práctica no le reporta ganancias a nadie, sólo pérdidas. "Es una actividad que si no recibe subsidio no persiste. Hay un sobre stock de 4.000 toneladas. Históricamente se han comido ballenas, pero cuatro comunidades de Japón, el resto del país no y eso fue después de la Segunda Guerra. La cifra es récord y aumenta cada año. Esto es un tema geopolítico: las ballenas no son defendibles porque sean bonitas, ellas fertilizan el océano austral, si se reduce su número, también lo harán sus fertilizantes", reclama Elsa Cabrera del CCC.
Estimaciones poblacionales hablan que las ballenas Minke han disminuido de 760.000 a 300.000. Lo que es certero, según CCC, es que las ballenas Azul y Jorobada presentan leves signos de aumentos en sus poblaciones desde la moratoria de 1986.
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FUENTE: Diario Hoyxhoy.cl

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