Nuevos datos confirman que Medio Oriente se volvería inhabitable

La capa freática está descendiendo en los oasis del desierto de Egipto, lo que genera problemas de sostenibilidad. Crédito: Cam McGrath / IPS
Baher Kamal
IPS


ROMA, 14 mar 2017 (IPS) - Nuevos datos confirman que Medio Oriente y el norte de África podrían volverse inhabitables en unas décadas, ya que la disponibilidad de agua dulce descendió casi dos tercios en los últimos 40 años, algo que muchos científicos ya temían. La escasez no solo afecta al de por sí precario suministro de agua potable en la mayoría de los 22 países de la región, donde viven casi 400 millones de habitantes, sino también la disponibilidad del elemento para la agricultura y la producción alimentaria de la población en rápido crecimiento.

La disponibilidad de agua dulce por habitante en Medio Oriente y el norte de África es 10 veces menor que la media mundial. Por otra parte, las temperaturas más altas pueden acortar las zafras de cultivo en 18 días y reducir los rendimientos agrícolas entre 27 y 55 por ciento a finales de este siglo. Además, los recursos de agua dulce de la región están entre los más bajos del mundo y se espera que disminuyan más de 50 por ciento para 2050, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Asimismo, 90 por ciento de la superficie total de la tierra se encuentra en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, mientras que 45 por ciento de la superficie agrícola total está expuesta a la salinidad, el agotamiento de los nutrientes del suelo y la erosión hídrica del viento, añade la FAO.
La agricultura regional utiliza alrededor de 85 por ciento del agua dulce disponible, y más de 60 por ciento de los recursos hídricos proceden de zonas externas a las fronteras nacionales y regionales.
Esta alarmante situación llevó al director general de la FAO, José Graziano da Silva, a pedir medidas urgentes. El acceso al agua es una “necesidad fundamental para la seguridad alimentaria, la salud humana y la agricultura”, y su inminente escasez en el norte de África y Medio Oriente exige una “respuesta urgente y masiva”, advirtió Da Silva en su visita a El Cairo, donde se reunió con altas autoridades egipcias y que concluyó el jueves 9.
Mientras tanto, el aumento del nivel del mar en el Delta del Nilo – que alberga las tierras más fértiles de Egipto – expone al país más habitado de la región, con casi 100 millones de personas, a la pérdida de partes sustanciales de su tierra fértil más productiva debido a la salinización.
 Las sequías recurrentes destruyeron la mayoría de las cosechas en la zona del Sahel. 
Crédito: Kristin Palitza / IPS

“La competencia entre los sectores por el uso del agua solo se intensificará en el futuro entre la agricultura, la energía, la producción industrial y las necesidades de los hogares”, aseguró Da Silva.
El director general participó en una reunión de alto nivel sobre la colaboración de la FAO con Egipto en la iniciativa “1,5 millones de feddan” -equivalente a 0,42 hectáreas -, un plan del gobierno para recuperar hasta dos millones de hectáreas de tierras desérticas para usos agrícolas y de otro tipo.
¿Qué se puede hacer?
Egipto “necesita estudiar seriamente la elección de los cultivos y los patrones de consumo”, recomendó Da Silva, al señalar el posible desperdicio de agua que conlleva el cultivo de trigo.
Entre “las medidas urgentes” necesarias se incluyen “las destinadas a reducir la pérdida y desperdicio de alimentos y reforzar la resiliencia de los pequeños campesinos y agricultores familiares, lo que requiere implementar una combinación de intervenciones de protección social, inversiones y transferencias de tecnología”, declaró.
La agencia especializada de la ONU lidera una Iniciativa de Escasez de Agua en Cercano Oriente y el Norte de África que ofrece asesoramiento en materia de políticas e ideas de mejores prácticas sobre la gobernanza en los sistemas de riego. La iniciativa tiene el respaldo de una red de más de 30 organizaciones nacionales e internacionales.
El gran riesgo
Varios estudios científicos sobre el impacto del cambio climático en curso en la región de Medio Oriente, particularmente en la zona del Golfo, ya habían hecho la advertencia.
“En este siglo, partes de la región del Golfo Pérsico podrían verse afectadas por eventos sin precedentes de calor mortal como resultado del cambio climático, según un estudio de modelos climáticos de alta resolución”, advirtió una investigación del estadounidense Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
La investigación, titulada El Golfo Pérsico podría experimentar calor mortal, revela lo que sucederá si las emisiones de gases de efecto invernadero se mantienen iguales a la actualidad, pero también muestra que la reducción de las mismas podría prevenir estos “extremos mortales de la temperatura”.
Elfatih Eltahir, profesor de ingeniería civil y ambiental del MIT, y Jeremy Pal, de la Universidad Loyola Marymount, llevaron a cabo este estudio, publicado por la revista Nature Climate Change.
Los autores concluyen que las condiciones en la región del Golfo, incluyendo sus aguas poco profundas y el sol intenso, lo convierten en “un punto clave regional donde el cambio climático, en ausencia de mitigación significativa, probablemente afectará gravemente la habitabilidad humana en el futuro”.
Al aplicar versiones de alta resolución de modelos climáticos corrientes, Eltahir y Pal descubrieron que muchas ciudades podrían superar un punto de inflexión para la supervivencia humana, incluso en espacios sombreados y bien ventilados.
Eltahir dice que este umbral “por lo que sabemos… nunca se ha reportado para ningún lugar del planeta”.
Por su parte, la última evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático prevé que el clima árido y caluroso se acentuará en la mayor parte de Medio Oriente y el norte de África.

Traducido por Álvaro Queiruga Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/03/nuevos-datos-confirman-que-medio-oriente-se-volveria-inhabitable/
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¿Crearon los seres humanos el Desierto del Sáhara?


Un nuevo artículo publicado en Frontiers in Earth Science por el arqueólogo David Wright, de la Universidad Nacional de Seúl, desafía las conclusiones de la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha, que señalan cambios en la órbita de la Tierra o cambios naturales en la vegetación como principales fuerzas motrices.
Los seres humanos pueden haber desempeñado un papel activo en la transición del Sáhara desde un exuberante paisaje verde hace 10.000 años a las condiciones áridas que se encuentran hoy. Un nuevo artículo publicado en Frontiers in Earth Science por el arqueólogo David Wright, de la Universidad Nacional de Seúl, desafía las conclusiones de la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha, que señalan cambios en la órbita de la Tierra o cambios naturales en la vegetación como principales fuerzas motrices. "En el este de Asia hay teorías establecidas desde hace mucho tiempo de cómo las poblaciones neolíticas cambiaron el paisaje tan profundamente que los monzones dejaron de penetrar hasta el interior", explica Wright, observando también en su documento que la evidencia del cambio ecológico y climático humano ha sido documentada en Europa , Norteamérica y Nueva Zelanda. Wright creía que escenarios similares podrían aplicarse también al Sahara. Para probar su hipótesis, Wright revisó evidencias arqueológicas que documentan la aparición del pastoreo en toda la región del Sahara, y comparó esto con registros que muestran la extensión de la vegetación de matorral, un indicador de un cambio ecológico hacia condiciones desérticas. Los hallazgos confirmaron sus pensamientos; comenzando hace aproximadamente 8.000 años en las regiones que rodean el río Nilo, las comunidades de pastores comenzaron a aparecer y se extendieron hacia el oeste, en cada caso al mismo tiempo que un aumento en la vegetación de arbustos. La creciente adicción agrícola tuvo un efecto severo en la ecología de la región. A medida que se eliminaba más vegetación mediante la introducción de ganado, aumentaba el albedo (la cantidad de luz solar que se reflejaba en la superficie terrestre) de la tierra, lo que a su vez influyó suficientemente en las condiciones atmosféricas para reducir las lluvias monzónicas. El debilitamiento de los monzones provocó una mayor desertificación y pérdida de vegetación, promoviendo un bucle de retroalimentación que eventualmente se extendió por todo el Sahara moderno. Todavía queda mucho por hacer para llenar las lagunas, pero Wright cree que hay una gran cantidad de información escondida debajo de la superficie: "Había lagos por todas partes en el Sahara en este momento, y tendrán los registros de la vegetación cambiante. Necesitamos profundizar en estos antiguos lechos del lago para obtener los registros de vegetación, mirar la arqueología y ver lo que la gente estaba haciendo allí. Es muy difícil modelar el efecto de la vegetación en los sistemas climáticos. Es nuestro trabajo como arqueólogos y ecólogos salir y obtener los datos, para ayudar a hacer modelos más sofisticados". A pesar de tener lugar varios miles de años atrás, las implicaciones de los seres humanos que son responsables de la degradación ambiental y climática son fáciles de ver. Con aproximadamente el 15% de la población mundial viviendo en regiones desérticas, Wright destaca la importancia de sus hallazgos: "las implicaciones de cómo cambiamos los sistemas ecológicos tienen un impacto directo en si los humanos podrán sobrevivir indefinidamente en ambientes áridos". Los seres humanos pueden haber desempeñado un papel activo en la transición del Sáhara desde un exuberante paisaje verde hace 10.000 años a las condiciones áridas que se encuentran hoy. Un nuevo artículo publicado en Frontiers in Earth Science por el arqueólogo David Wright, de la Universidad Nacional de Seúl, desafía las conclusiones de la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha, que señalan cambios en la órbita de la Tierra o cambios naturales en la vegetación como principales fuerzas motrices. "En el este de Asia hay teorías establecidas desde hace mucho tiempo de cómo las poblaciones neolíticas cambiaron el paisaje tan profundamente que los monzones dejaron de penetrar hasta el interior", explica Wright, observando también en su documento que la evidencia del cambio ecológico y climático humano ha sido documentada en Europa , Norteamérica y Nueva Zelanda. Wright creía que escenarios similares podrían aplicarse también al Sahara. Para probar su hipótesis, Wright revisó evidencias arqueológicas que documentan la aparición del pastoreo en toda la región del Sahara, y comparó esto con registros que muestran la extensión de la vegetación de matorral, un indicador de un cambio ecológico hacia condiciones desérticas. Los hallazgos confirmaron sus pensamientos; comenzando hace aproximadamente 8.000 años en las regiones que rodean el río Nilo, las comunidades de pastores comenzaron a aparecer y se extendieron hacia el oeste, en cada caso al mismo tiempo que un aumento en la vegetación de arbustos. La creciente adicción agrícola tuvo un efecto severo en la ecología de la región. A medida que se eliminaba más vegetación mediante la introducción de ganado, aumentaba el albedo (la cantidad de luz solar que se reflejaba en la superficie terrestre) de la tierra, lo que a su vez influyó suficientemente en las condiciones atmosféricas para reducir las lluvias monzónicas. El debilitamiento de los monzones provocó una mayor desertificación y pérdida de vegetación, promoviendo un bucle de retroalimentación que eventualmente se extendió por todo el Sahara moderno. Todavía queda mucho por hacer para llenar las lagunas, pero Wright cree que hay una gran cantidad de información escondida debajo de la superficie: "Había lagos por todas partes en el Sahara en este momento, y tendrán los registros de la vegetación cambiante. Necesitamos profundizar en estos antiguos lechos del lago para obtener los registros de vegetación, mirar la arqueología y ver lo que la gente estaba haciendo allí. Es muy difícil modelar el efecto de la vegetación en los sistemas climáticos. Es nuestro trabajo como arqueólogos y ecólogos salir y obtener los datos, para ayudar a hacer modelos más sofisticados". A pesar de tener lugar varios miles de años atrás, las implicaciones de los seres humanos que son responsables de la degradación ambiental y climática son fáciles de ver. Con aproximadamente el 15% de la población mundial viviendo en regiones desérticas, Wright destaca la importancia de sus hallazgos: "las implicaciones de cómo cambiamos los sistemas ecológicos tienen un impacto directo en si los humanos podrán sobrevivir indefinidamente en ambientes áridos". 

Fuente: Medio Ambiente - ep -

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