¡Despertemos Humanidad, ya no hay tiempo!

“Rescate y defensa de nuestros bienes  comunes”: el libro de Francois Houtart, es significativo el título del libro de Francois Houtart.  Ello indica que hay bienes que pertenecen a la humanidad.  Por tanto, dichos bienes deben ser rescatados, porque han sido arrebatados a sus legítimos dueños.  Al ser recuperados, es necesario defenderlos.  Esto también implica una visión del mundo distinta a la que postula la acumulación capitalista, cuya ley general afirma que cuanto más crece el haber en manos del dueño del capital, más se empobrece el ser del trabajador, que es su autor.

Hervi Lara B. 
 
I 
El texto se inicia planteando posibles salidas del neoliberalismo de América Latina, deteniéndose en las experiencias de Ecuador y de Nicaragua que, no obstante diversas iniciativas muy válidas, no han podido superar el capitalismo porque los países hegemónicos permiten disminuir en algo la pobreza bajo la condición de aumentar la base del mercado e ignorándose los efectos de las externalidades. Más adelante, se formulan propuestas de solución: desde las potencias, se implementan las llamadas políticas de “austeridad”.  Además, se enfatiza la necesidad de regular el mercado, que está bajo las directrices del BM, del FMI y de la OMC.  Es relevante la referencia a la Comisión de la ONU que presidió Joseph Stiglitz y que propuso la supresión de los paraísos fiscales, el fin del secreto bancario y del dólar como moneda internacional para crear monedas regionales, así como la implementación de un Consejo de Seguridad para asuntos económicos.  Por supuesto, dicha Comisión no tuvo viabilidad.  Luego, Houtart  postula un nuevo paradigma de vida frente al paradigma de muerte que está vigente, basado en cuatro ejes: relación con la naturaleza; privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio; negociaciones colectivas en los planes sociales y políticos, y abrir la posibilidad de interculturalidad.
El capítulo II se refiere a la genealogía de la llamada “Primavera árabe”.  El autor muestra un  conocimiento directo y preciso de las realidades históricas del proceso.  Es dable destacar el significado del nacionalismo árabe; la relación entre sunitas y chiítas; la existencia de petróleo y de gas, que explica la presencia de 51 bases militares de USA entre Chipre y Pakistán; la deslegitimación de los poderes autoritarios; la irresponsabilidad del colonialismo europeo; la provocación de crisis económica por la adopción del neoliberalismo por parte de los gobiernos y que terminó con el Estado de bienestar.
El capítulo III se refiere a la metodología de análisis marxista y a la incorporación del pensamiento de los pueblos indígenas en los países del Buen Vivir.

El capítulo IV describe los encuentros de Houtart con Fidel Castro; los diálogos con el líder de la Revolución Cubana; su participación en diversos encuentros de intelectuales y autoridades cubanas; el progresivo reconocimiento de un cristianismo liberador; y detalles de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba.
Es destacable el profundo conocimiento de los procesos descritos, dado por la presencia de Houtart en los distintos lugares sobre los que comenta como por su capacidad de reflexión y crítica, sin omitir las contradicciones de los mismos.  Aparece una clara búsqueda de sentido de la historia, encaminada a la construcción de un mundo nuevo centrado en un  concepto de hombre que forma parte de la naturaleza y cuya realización no es posible en el capitalismo.
El capitalismo neoliberal se encuentra en crisis porque su  única ley de funcionamiento es la lógica del mercado, sin considerar los “efectos secundarios”, pues concibe al capital como el motor y fin de la economía.  Para resguardar dicha lógica, el capitalismo no tiene inconvenientes de hacer desaparecer a gran parte de la humanidad.
Houtart expresa su pensamiento en un lenguaje claro y preciso, accesible a todos, sin arrogancia, propio de un profeta y de un verdadero sabio.  Houtart está lejos de las pequeñeces del mercado que están asfixiando nuestros centros de estudios.
II
Ya no es posible obviar la necesidad de un nuevo paradigma para la sobrevivencia de la humanidad.  La divinización de la idea de progreso ha llevado a la ruptura del hombre con la naturaleza, con los otros hombres, consigo mismo y su espiritualidad.  Desde hace tiempo, Francois Houtart se ha preocupado de la búsqueda de un nuevo paradigma para cambiar la situación socio-ambiental y contener los efectos de la crisis.  ¿Puede lograrse dentro del capitalismo?  El mismo Houtart, en trabajos anteriores, ha entregado datos concretos respecto de los factores fundamentales del proceso actual: el agotamiento de los recursos no renovables y la degradación de las fuentes  renovables.
Es así como el 1% de la población más rica de USA, anualmente, emite 100 toneladas de CO2.  Entre 2007 y 2012, el hielo del Polo Norte ha perdido 18% de consistencia.  En los últimos 20 años, el nivel de los mares ha aumentado 60% más rápido de lo previsto.  El 60% de la producción mundial pasa por los océanos, por lo que cada día los cruzan 22.000 barcos de más 400 toneladas.  A esto se suman tres y medio millones de barriles de petróleo que se derraman al mar.  En 45 años, más de 1.200 millones de hectáreas de tierras arables han sido contaminadas por productos químicos.  Desde 1980, el calor se ha multiplicado por 13 veces.  En USA, el fracking exige entre 8 y 30 millones de litros de agua por pozo.  En Pensilvania, un solo yacimiento tiene 200.000 pozos.  (Cfr: Houtart, F., Tercera Conferencia para el Equilibrio del Mundo, La Habana, enero de 2013).
Anteriormente, en 1973, el economista inglés E. F. Schumacher había elaborado una reflexión integral sobre la situación del hombre moderno y su sociedad, diciendo que “es posible dar una dirección al desarrollo tecnológico, una dirección que habrá de conducirlo de vuelta a las necesidades  reales del hombre, lo que también significa volver al tamaño correcto del hombre.  El hombre es pequeño y, por tanto, lo pequeño es hermoso.  Perseguir el gigantismo es buscar la autodestrucción”.  (Schumacher, E. F., “Lo pequeño es hermoso”, Madrid, Blume, 1978).

Por su parte, Leonardo Boff reiteradamente se ha referido a que “la teología de la liberación parte de la ecología social para desde ella, desde la justicia social, llegar a una nueva alianza de los humanos con los demás seres.  La tierra también clama bajo la máquina depredadora de nuestro modelo de sociedad y desarrollo”.  (Boff, L., “Ante la crisis, cambio de rumbo”.  En Revista “Exodo” Nº 88, abril 2007).
Es así como “tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo”.  (…)  Las sociedades del Primer Mundo, “con sólo el 20% de la población mundial, consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo.  Han envenenado los mares y los ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer”. (Discurso de Fidel Castro en la Conferencia la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, 12-6-1992).
“Sobre el cuidado de la casa común” (“Laudato Si”) es el título de la encíclica del Papa Francisco donde señala que la preocupación por la naturaleza es inseparable de la justicia, del compromiso social y de la paz interior.  Y agrega que la paz, la justicia y la defensa de la creación están implicadas, por lo que se requiere comprender que la propiedad privada no es un absoluto.
El Foro Social Mundial de 2013 abogó explícitamente por la justicia climática y la soberanía alimentaria, porque “el calentamiento global es resultado del sistema capitalista de producción, distribución y consumo”.
La Carta de los Superiores Provinciales Latinoamericanos de la Compañía de Jesús, cuyo título es “El neoliberalismo en América Latina”, al mencionar los recursos naturales expresa que “es indispensable presentar alternativas para que la economía dé a los recursos naturales un tratamiento distinto del que se impone hoy en el neoliberalismo, que no incorpora los costos y beneficios ecológicos y sociales de largo plazo”. (Ciudad de México, 14-11-1996).
En un discurso pronunciado en Madrid en 1987, Ignacio Ellacuría dijo que “el capitalismo no conoce las fronteras internas de crecimiento.  Se financia con deudas y se alimenta de la explotación ilimitada de los recursos naturales”.
En Chile,  con la entrada en vigencia de la Constitución Política del Estado de 1980 que establece la política económica neoliberal, entre sus efectos está el DFL Nº 1.122, del 29 de octubre de 1981, otorga el derecho a particulares de adueñarse de las aguas en forma gratuita y a perpetuidad, dándoles el derecho de usarlas como cualquier otro bien privado.  El Código de Aguas separa los derechos de agua del dominio de la tierra, despojando de las aguas en su mismo territorio, incluso a las comunidades rurales y a los agricultores.   El Congreso Nacional ha iniciado una discusión sobre un proyecto de modificación del Código de Aguas en un momento en que el 90% del agua está privatizada y la nueva legislación no sería retroactiva.
III
Aunque de manera muy lenta, cada vez se toma más conciencia que destruir la naturaleza es herir de muerte al ser humano.  El bien común requiere la participación de las personas y de estructuras que promuevan la auténtica democracia. Vivimos una crisis global de la humanidad, que no puede ser resuelta dentro del capitalismo, porque no hay capitalismo “con rostro humano”.  No se puede servir al dios de los bancos y al mismo tiempo a la vida humana y de la naturaleza.  Así como no se puede conjugar la prepotencia y la usura con la convivencia solidaria.  De allí nace una pregunta decisiva: ¿hay que salvar el sistema o salvar a la humanidad?
Los hechos demuestran que el valor real que pueden poseer los pueblos es el de sus propios bienes, porque garantizan la vida digna, el trabajo permanente, la existencia familiar. El mundo capitalista, en cambio, está dispuesto a provocar todas las crisis imaginables mientras tenga alguna conveniencia.  Pero la verdadera crisis es la pérdida de los bienes reales de los pueblos.  Esta crisis sólo se podrá solucionar cuando aquellos que han arrebatado o “robado” los bienes que pertenecen a los pueblos, se los devuelvan.  Porque el capitalismo neoliberal se basa en el robo injustamente legalizado y nunca en un orden económico justo.
Está dentro de su lógica que el capitalismo neoliberal dé respuestas capitalistas a las crisis creadas por él mismo.  Para el capitalismo, la crisis es el dinero con el que obtiene todo lo que necesita para mantener vivo el mundo empresarial y el mundo financiero.  Por eso, su respuesta es siempre buscar el dinero que se le ha escapado para ponerlo de nuevo a disposición de la banca y de la industria. Es por ello que siempre las respuestas que se dan ante los conflictos sociales son para abrir las puertas a las inversiones y reinyectar capital a las empresas.  Jamás se alude a dotar de bienes al pueblo para que sea autónomo en su desarrollo.  Nunca se escucha como medida de solución una reforma agraria que devuelva la tierra a quienes la trabajan y que les ha sido arrebatada.  Al contrario, se fortifica la banca, para que el pueblo siga dependiendo de ella.
¿Por qué no despertar la conciencia del pueblo a partir de pequeñas experiencias alternativas a la economía capitalista, para contrarrestar de alguna manera los megaproyectos destructores de la naturaleza y que no respetan la vida del planeta? Como escuelas de las que tenemos mucho que aprender, sobreviven culturas ancestrales que son protagónicas en la conservación, la explotación racional y el manejo adecuado del medioambiente, siempre que las entidades estatales y empresariales no las corrompan, estimulándolas a que dejen de ser defensoras del universo.   Ejemplo de humanidad son los mapuche, perseguidos y encarcelados, sin dejar de ser lo que son.  Es digno de destacar a sus organizaciones, como la denostada Coordinadora Arauco Malleco (CAM).
Pero no es suficiente la voz ancestral de las culturas.  Son necesarias la voz y la fuerza social de la organización y de las redes de organizaciones para contribuir eficazmente a la salvación del planeta. Es innegable que han sido los intereses particulares e individualistas los que han enajenado al ser humano hasta hacerle perder el horizonte de su propia existencia.  La cultura emanada del capitalismo neoliberal conduce a acumular más de lo necesario, a despojar a otros de lo necesario y a destruir para tener más de lo necesario.
El humanismo es uno de los grandes aportes de Occidente.  Desde esa perspectiva, es indispensable buscar un principio básico que nos una como humanidad.  ¿Por qué  no retomar aquel antiguo principio ético: “haz a los otros lo que quieres que ellos te hagan a ti?”  De este principio podría deducirse otro: “demos vida a un universo del que depende la vida de todos”.  Y también: “hagamos propuestas de vida que nos  unan y que extiendan el horizonte de la humanidad”.
Todo lo dicho por Francois Houtart y todo lo escrito sobre la defensa de la naturaleza ya ha sido asumido y vivenciado por Berta Cáceres y los miles de defensores del medioambiente y de los territorios ancestrales.  Ellos son los preferidos de los asesinos y entre todas las categorías de defensores de derechos humanos son los que aportan el mayor número de víctimas de las transnacionales y de los agentes de los Estados.
Berta Cáceres había denunciado los crímenes de cuatro líderes de su comunidad e innumerables amenazas en su contra y de otros defensores de la vida.  El año anterior, Berta había recibido el Premio Goldman como dirigente del Consejo de Organizaciones Populares Indígenas de Honduras (Copinh).  En aquella ocasión dijo que “nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la destrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.  El río Gualcarque nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados.  Debemos acudir.  La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se violan sistemáticamente los derechos elementales, nos exige actuar.  Construyamos sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida.  Juntémonos y sigamos con esperanza defendiendo y cuidando la sangre de la tierra y los espíritus”.
El 3 de marzo de 2016, Berta Cáceres fue asesinada por los paramilitares de la empresa Desa-Agua Zarca y la complicidad del gobierno de Honduras.


Del libro ‘Rescate y defensa de nuestros bienes comunes‘ de Francois Houtart. Editorial Tierra Mía. Santiago de Chile, 2017. Archivo Nacional. Santiago de Chile. 5 de mayo de 2017. Imagenes: Taringa - ‪Liberaradio - www.pinterest.com‬

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