El mundo está que arde

En todo el planeta se registran altas temperaturas históricas y es de esperar que el clima se torne cada vez más caliente, lo que implica más sequías, más inseguridad alimentaria, más hambre y más desplazamientos masivos de personas.

De hecho, las temperaturas extremadamente altas de mayo y junio rompieron marcas en varias partes de Europa, Medio Oriente, norte de África y Estados Unidos, informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que agregó que la ola de calor en el norte llegó este año inusualmente antes. Al mismo tiempo, las temperaturas globales promedio registradas en la superficie de la tierra y el mar en los primeros cinco meses de este año fueron las segundas más altas de la historia, según análisis de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, el Instituto de Estudios Espaciales NASA-Goddard y el Centro Europeo Copérnico para el Pronóstico Climático de Alcance Medio- Servicio de Cambio Climático.
Europa
En Portugal, las temperaturas extremas del entorno de 40 grados centígrados contribuyeron a la severidad del devastador incendio que con su rápido avance arrasó con la región de Pedrógão Grande,150 kilómetros al noreste de Lisboa, y dejó a decenas de personas muertas y otras más heridas.
La OMM informó el 20 de este mes que Portugal no es el único país europeo que sufre los efectos de clima extremo, pues la vecina España, que tuvo su primavera más caliente en más de 50 años, y Francia, también registraron temperaturas máximas. Además, los pronósticos para el territorio francés indican que seguirá teniendo tardes con más de 10 grados por encima del promedio para esta época del año.
La primavera española, del 1 de marzo al 31 de mayo, ha sido extremadamente cálida, con una temperatura promedio de 15,4 grados, 1,7 grados por encima del promedio en este período (con respecto a 1980-2010), precisó la agencia.
Y en muchas otras partes de Europa, incluso en Gran Bretaña, también se registraron altas temperaturas por encima del promedio.
Estados Unidos
Del otro lado del océano Atlántico, en Estados Unidos, también se registraron calores cercanas o por encima del récord, precisó la OMM. En partes del desierto sudoccidental y hasta California, las temperaturas rondaron los 49 grados.
Más de 29 millones de californianos vivieron bajo alertas de calor extremo el tercer fin de semana de este mes.
Phoenix registró 47,8 grados el día 19. Incluso, la prensa informó que el tráfico aéreo se detuvo en el Aeropuerto Internacional Phoenix Sky Harbour, en Arizona, por el exceso de calor. Y de hecho, la cancelación de vuelos coincidió con uno de los días más calurosos de los últimos 30 años en ese estado.
Y el Parque Nacional Valle Muerto, de California, alertó a los visitantes de que las temperaturas rondarían entre 38 y 49 grados. El lugar es conocido por haber tenido la temperatura máxima registrada en el mundo de 56,7 grados en 1913.
Norte de África, Medio Oriente y Asia
En Emiratos Árabes Unidos, la temperatura máxima de 50 grados se registró el 17 de mayo, mientras que en el centro de la sudoriental provincia de Kuzestán, en Irán, vecina de Iraq, los termómetros marcaron 50 grados el 15 de este mes, indicó la OMM.
La ola de calor en Marruecos alcanzó su máximo el 17 de mayo, cuando se registraron 42,9 grados en la estación Larach, en el norte del país.
Las altas temperaturas de junio siguieron a las que superaron el promedio en muchas partes del mundo a fines de mayo.
La ciudad de Turbat, en el sudoeste de Pakistán, registró 54 grados. La OMM creará una comisión internacional de expertos para verificar la marca y evaluar si iguala a la de 54 grados registrada en Kuwait en julio de 2016.
Desplazamientos de personas sin precedentes
En ese contexto climático, el mundo registró otro récord inhumano de una persona desplazada cada tres segundos.
Casi 66 millones de personas fueron obligadas a abandonar sus hogares en 2016, informó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en su informe Tendencias Globales, divulgado antes del Día Mundial de los Refugiados, el 20 de junio.
Los desplazamiento no solo obedecen a conflictos, sino al avance de la sequía y la desertificación.
La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD) alertó el 17 de este mes, en el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, de que en 2025, en menos de ocho años, 1.800 millones de personas padecerán una absoluta escasez de agua y las dos terceras partes de la población mundial vivirán en condiciones de estrés hídrico.
Ahora se teme que el avance de la sequía y de los desiertos, la creciente escasez de agua y la pérdida de seguridad alimentaria generen un “tsunami” de migrantes y refugiados climáticos.
La secretaria ejecutiva de la UNCCD, Monique Barbut, recordó que la inmensa mayoría de refugiados proceden de regiones propensas a la sequía y a la escasez hídrica.
Ni la desertificación ni la sequía por sí solas causan el desplazamiento masivo de personas, pero pueden aumentar el riesgo de conflictos e intensificar los existentes, explicó.
Amenaza posiblemente irreversible
Como forma de ayudar a mitigar los efectos de la actual ola de calor, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) suscribió el 20 de este mes un acuerdo con la OMM para profundizar la cooperación y responder a la variabilidad climática y el cambio climático, lo que “representa una amenaza urgente y posiblemente irreversible para las sociedades humanas, los ecosistemas natrales y la seguridad alimentaria”.
La iniciativa procura fortalecer los servicios agrometeorológicos y facilitar el acceso a agricultores y pescadores, así como mejorar el monitoreo específico global y regional de alerta temprana y responder a eventos de alto impacto como las sequías.
“Salvar los medios de vida es salvar vidas, de esto se trata la construcción de resiliencia”, destacó el director general de la FAO José Graziano da Silva, quien suscribió el acuerdo, junto a Petteri Taalas, por la OMM, en el marco de un seminario sobre la sequía organizado el 19 de este mes por Irán, Holanda y la FAO, en Roma.
Al recordar la sequía de 2011 en Somalia, donde 250.000 personas murieron de hambre, Da Silva recordó: “La gente muere porque no está preparada para hacer frente a los efectos de la sequía, pues sus medios de vida no son lo suficientemente resilientes”.
“Durante años, se ha respondido a la sequía en el momento en que ocurre, apresurándose a llevar asistencia de emergencia y mantener a las personas con vida”, observó. “Por su puesto que es importante”, pero es esencial invertir en preparación y resiliencia, subrayó.

Traducido por Verónica Firme
Foto: Barcos herrumbrados y abandonados en Muynak, Uzebkistán, una exciudad portuaria cuya población disminuyó de forma drástica con el retroceso del mar de Aral. Crédito: Eskinder Debebe/UN Photo.
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