EE.UU: Oligarcas tranquilos. Trump les regaló la reforma fiscal.




El presidente Donald Trump logró que el Congreso avalara su regalo a los más ricos con la reforma tributaria más grande de la historia estadounidense, que incluye una dramática reducción de la tasa impositiva sobre empresas, lo que traerá aparejado recortes masivos en programas para los pobres, trabajadores y la clase media.

Mirko C. Trudeau

El objetivo declarado de política económica de la administración Trump es incrementar el crecimiento en Estados Unidos de la tasa post-crisis financiera de 2 a por lo menos 3 por ciento, lo que no es imposible. Pero debido a que la inversión en infraestructura y el proteccionismo duro fueron retirados del orden del día, la estrategia se redujo a la reforma fiscal promulgada precipitadamente en diciembre.

Esa reforma tributaria significa una importante reducción en la tasa de impuestos para las empresas y en materia de depreciación acelerada para las inversiones en capital y podría tener dos efectos: uno de política fiscal sobre la demanda agregada y otro por el lado de la oferta sobre la capacidad productiva de la economía, señala el economista James K. Galbraith, profesor de gobierno y relaciones empresariales en la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas y Presidente de la Association for Evolutionary Economics.

El economista advierte que si el sacrificio fiscal es compensado con recortes al sistema de salud Medicare y a los apoyos que proporciona el Seguro Social, o con reducciones al gasto realizado por los estados o los gobiernos locales, el paquete fiscal tendrá un efecto fiscal neto menor porque reduciría las compras privadas y del sector público de bienes y servicios.

Por su parte, Janet Yellen, titular de la Reserva Federal (Banco Central), señaló que "este tipo de reformas provocarían un modesto incremento del PIB en los próximos años, aunque existe una considerable incertidumbre sobre su impacto"

Michael Roberts, economista marxista, indica que la reforma sólo puede significar menos impuestos sobre el segmento más rico de los asalariados, y menos impuestos sobre los beneficios de las grandes corporaciones multinacionales. Pero esto no impulsará la inversión o el crecimiento.

"Es un nuevo intento de poner en marcha una economía mediante ayuda financiera a las corporaciones y los ricos (como Trump) a expensas del resto de nosotros, con la vana esperanza de que el sector capitalista invierta más. Pero la inversión empresarial está cayendo en Estados Unidos", agrega.

Trump afirma que las corporaciones estadounidenses tienen la tasa impositiva más alta del mundo y esto necesita ser recortado para impulsar la inversión y el crecimiento. Esto no tiene sentido. La tasa oficial de impuestos federales de EE.UU. sobre las ganancias corporativas es de 35 % y cuando se agrega en los impuestos estatales, la tasa se eleva al 39 %. EEUU es en realidad el tercer puesto más alto entre 188 países, detrás de los Emiratos Árabes Unidos y Puerto Rico.

La legislación anterior establecía un rango de impuestos corporativos que iba del 15 al 35%. Con la nueva normativa, la tasa se unifica en el 21%. En similar sentido se introdujeron modificaciones a las tasas que gravan la renta personal, reduciendo el máximo que se pagaba del 39,6% al 37% y desde allí caen gradualmente los porcentajes. Se aplica para ingresos anuales superiores a 500.000 dólares para individuos y de 600.000 para parejas.

Trump quiere reducir la tasa federal al 20 %. Pero la tasa oficial es una ilusión. Una vez que se tienen en cuenta varias exenciones y subsidios, más la provisión para transferir las pérdidas en un año y deducir las utilidades en otro año, la carga tributaria efectiva sobre la corporación estadounidense promedia un 27 %, lo que sitúa la tasa estadounidense cerca del promedio global.

En general, los recortes de impuestos reducirán los ingresos tributarios al gobierno federal en 160.000 millones de dólares, el 0,8 % del PIB. O sea, reducirá a la mitad la contribución del impuesto de las corporaciones al gobierno, que buscará lograr que el resto de los ciudadanos pague por la brecha.

El economista principal Marin Feldstein de la Universidad de Harvard afirma que "una tasa de impuestos a las empresas más baja y el cambio a un sistema territorial aumentaría el flujo de capital a la inversión en empresas estadounidenses del extranjero y de inversiones de capital en viviendas ocupadas por propietarios y en agricultura. Esto elevaría la productividad y el PIB, lo que daría lugar a aumentos en los ingresos fiscales que compensarán en parte el efecto directo de la reducción de la tasa corporativa".

Los expertos de JP Morgan ven un aumento, si es que lo hay, del crecimiento económico de Estados Unidos en no más del 0,4 % en dos años, a lo sumo.

Y no existe una relación empírica entre el descenso de las tasas impositivas de las empresas y el crecimiento del empleo, según un estudio reciente del Center for Effective Government. Veintidós de las 30 compañías rentables de Fortune 500 que pagaron las tasas de impuestos más altas (30 % o más) de 2008 a 2010 crearon casi 200.000 empleos entre 2008 y 2012. Las 30 corporaciones rentables que pagaron poco o nada de impuestos durante los tres años se deshicieron de 51.289 empleos entre 2008 y 2012.

Lo que estas corporaciones hicieron con el beneficio extra de pagar menos impuestos fue comprar de nuevo sus propias acciones para impulsar el precio de las mismas o emitir bonos a tasas muy bajas para permitirles asumir el control de otras compañías. Por lo tanto, el déficit impositivo sólo condujo a un auge del capital ficticio (deuda y acciones) y no a la inversión real, dice Roberts.

También es muy improbable que las empresas con fábricas en el extranjero regresen su producción a EEUU: la mano de obra sigue siendo significativamente más barata en países como China. Los costos de compensación por hora fueron de 36,49 dólae por empleado en los EEUU en 2013 (según The Conference Board) mientrs que en China de sólo 4,12, incluso después de haberse sextuplicado en la última década.

Pero no todo son impuestos en la controvertida ley de reforma fiscal: la denominada Ley de Empleos y Recorte de Impuestos es conocida porque reducirá significativamente la carga fiscal de corporaciones e individuos, pero entre sus disposiciones también destaca la apertura de parte del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en Alaska, a la actividad petrolera.

La medida fue incluida en las llamadas "disposiciones misceláneas" - agregados al texto original que los legisladores estadounidenses acostumbran imponer como condición para un voto positivo- y autoriza la búsqueda y extracción de petróleo y gas en un área más de 600.000 hectáreas de la reserva de 79.318 kilómetros cuadrados de extensión, creada en 1980.

Los críticos ubican al propio presidente y sus familiares entre los beneficiarios de esta cláusula, ya que pagarán menos impuestos por los ingresos personales obtenidos a través de participaciones en diversas empresas. La nueva legislación crea asimismo deducciones para los dueños de participaciones societarias, la estructura favorita de los hombres de negocios , entre ellos, la familia Trump.

Los propietarios de esas participaciones pagan impuestos en concepto de ganancias personales. Bajo el nuevo esquema, los hogares pueden deducir hasta un 20% cuando los ingresos no exceden los 315.000 dólares al año.

Además se duplica el monto libre de impuestos en el caso de las herencias que pasen de 5,5 millones a 11 millones en el caso de los solteros y de alrededor de 11 millones a 22 para parejas. Claro, ésto también beneficia a los herederos de Trump.

Galbraith señala que durante los primeros cuatro años en la vida de esta reforma fiscal, cuando los efectos netos de las reducciones de impuestos serán iguales a aproximadamente el 0,9 por ciento del PIB anual, el efecto de estímulo dependerá de la proporción del ingreso privado que sea gastado cada año. El PIB anual aumentaría por una sola vez, pero la tasa de crecimiento de largo plazo no se vería afectada.

Es más, si el sacrificio fiscal es compensado con recortes al sistema de salud Medicare y a los apoyos que proporciona el Seguro Social, o con reducciones al gasto realizado por los estados o los gobiernos locales, el paquete fiscal tendrá un efecto fiscal neto menor porque reduciría las compras privadas y del sector público de bienes y servicios.

Oligarcas, tranquilos

En el mundo real, las empresas invierten por dos razones: expandir la producción o reducir costos. La primera razón requiere confianza en el crecimiento de las ventas futuras. Puede esperarse que la nueva ley fiscal pueda aumentar las ventas en el corto plazo debido a que tendría un efecto que por cierto será de una sola vez únicamente. Y sin embargo, al mismo tiempo esa reforma fiscal arremete contra el poder de compra de la clase media al poner un tope sobre las deducciones de pagos de intereses por hipotecas y por los impuestos locales y estatales.

Eso resultará en una menor demanda por parte de los consumidores y un menor gasto en servicios públicos. En lugar de crear un clima favorable al consumo privado y la inversión, la redistribución regresiva del ingreso y la riqueza que entraña esta reforma fiscal deprimirá el gasto, independientemente de si las empresas sean autorizadas a retener una proporción mayor de su flujo de efectivo.

Queda por ver cuáles serán los efectos de los ajustes en la política monetaria y la respuesta de la Reserva federal frente a la nueva ley fiscal. Si la Reserva federal decide aumentar rápidamente la tasa de interés, el valor del dólar se fortalecerá y los bienes de capital importados serán todavía más atractivos que los producidos localmente y eso frenará el crecimiento.

Además, algunos analistas están preocupados por las perspectivas de una crisis en el resto del mundo, lo que detonaría una fuga de capitales hacia activos más seguros, como los bonos del Tesoro, lo que fortalecería todavía más el valor del dólar. Si eso conduce a otra crisis financiera, la debilidad de muchos bancos sería evidente y el período de crecimiento se terminaría. Las empresas que están siendo incentivadas para realizar nuevas inversiones ciertamente toman en cuenta el riesgo financiero.

Para Galbraith existen dos posibilidades para los meses y años que vienen. Primero, la reforma puede generar un aumento de flujos de caja (después de impuestos) que será desviado hacia la compensación de los ejecutivos, recompra de acciones y adquisición de bienes raíces. La oligarquía podría crecer y diversificarse, y su nivel de gasto podría proporcionar un modesto impulso al crecimiento de corto plazo del PIB, lo que seguiría inevitablemente una explosión.

La otra posibilidad es que las empresas, habiendo obtenido un trato fiscal más favorable, procedan a reducir sus inversiones. Los ejecutivos no ignoran que una ralentización general de la actividad económica se producirá después del impacto inicial de la reforma fiscal debido a los recortes en el gasto de gobiernos locales y estatales. En este escenario se aplica la sentencia del economista polaco Michal Kalecki: los capitalistas reciben lo que gastan.

Las ganancias después de impuestos no aumentarán mucho y los oligarcas estadounidenses seguirán estando gordos y contentos mientras trabajan menos. El costo será cargado a la clase media con sus hipotecas y casas que ahora querrían vender y, como siempre, a los pobres que sufrirán mayores impuestos, recortes en el gasto social y mayor desempleo. Y ¿por qué habría de esperarse un resultado distinto? Después de todo, éste no es solamente el plan fiscal de Trump. Es lo que la clase que siempre ha financiado a los republicanos siempre ha deseado, añade Galbraith.

Mirko C.Trudeau: Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www. estretgia.la )
Fuente: CLAE / Rebelión - Imagen:‪SurySur‬
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Argentina: Inflación, salarios reales y deuda pública


Héctor Giuliano
CADTM


¿Quien genera el aumento de los precios en el mercado y bajo qué mecanismo lo hace?
Pongamos las cosas en claro: los aumentos de los Salarios no son la causa sino la consecuencia de la Inflación . Más allá de lo declarativo, la administración Macri no propende en los hechos a la baja de la Inflación sino que, por el contrario, la viene utilizando como herramienta para mantener la caída de los salarios reales y subsidiar a la actividad financiera, que es la que se mueve con mayor habilidad y rentabilidad en épocas de alta Inflación.
¿Quién genera el aumento de los precios en el Mercado y bajo qué mecanismo lo hace?
En lo concreto e inmediato, la Inflación que hoy sufre la Argentina – una Inflación que, según texto, se define como el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en la Economía – está provocada por tres factores principales:
1- La remarcación impune de precios por parte de las Empresas a través de toda la cadena de valor y/o comercialización del Mercado, fundamentalmente determinadas por los grandes grupos económico-financieros que controlan la formación de los precios sectoriales.
2- El aumento de Precios y Tarifas de Servicios Públicos que establece el gobierno y que se trasfieren al sistema de precios, de modo que el ciudadano recibe el peso de tales aumentos en forma directa como usuario y en forma indirecta por el traslado a precios que efectúan las empresas.
3- El aumento de la Presión Tributaria del Estado – Nacional, Provincial y Municipal – además de los recargos que se producen por medio de todo el mecanismo de gastos por trámites administrativos, aranceles, sellados, intereses, recargos, multas, etc. Y que también se trasladan a los precios.
Éstas son las causas concretas e identificables que – en lo inmediato – determinan la Inflación; que luego se retro-alimentan por la recurrencia entre precios y salarios en el marco del proceso de distorsión de Precios Relativos, que inhibe la estabilidad de los Precios porque continuamente los desajustes sectoriales motivan las actualizaciones por inter- acción de los valores en el Mercado.
A esto cabe agregarle – por su importancia determinante en la Argentina – la existencia de otros tres componentes inflacionarios que son de naturaleza específicamente financiera:
4- El denominado pass-through (efecto transmisión) o proceso mediante el que las devaluaciones de la moneda nacional (el Peso) frente a las divisas extranjeras (básicamente el dólar) se trasladan a los precios.
5- La Tasa de Interés , cuya incidencia también se traslada – en forma directa e inmediata – a los precios porque las Empresas la incorporan como parte de su Costo Financiero a los valores finales.
6- Los costos bancarios – representados por gastos, comisiones, tasas, recargos de distinto tipo, sobrecosto de servicios financieros, mantenimiento de cuentas, tarjetas de débito/crédito, etc. – que constituyen gastos que también se trasladan al sistema de precios.
Todo este conjunto de factores es el que determina el perverso conjunto concreto de factores causales que llevan al aumento generalizado y sostenido de los precios de Mercado – la Inflación – y no los aumentos de Salarios, que son una consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores con ingresos fijos y bajo distorsión de los precios relativos que tales aumentos de precios provocan.
Como ya hemos explicado otras veces, los Salarios pierden siempre con respecto a la Inflación por triple motivo:

1 – Porque los aumentos son pactados normalmente por debajo de la Inflación y/o apelando a proyecciones futuras irreales sin recupero de los costos de la Inflación pasada.
2-Porque los aumentos, cuando se efectivizan, lo hacen en forma parcial frente a la Inflación acumulada de los últimos 12 meses y en cuotas, por lo que no implican un recupero real total del poder de compra consumido durante el periodo inter-actualizaciones.
3- Porque la Inflación carcome el poder adquisitivo de los salarios día a día mientras que la percepción de los sueldos se produce mensualmente: un desfasaje financiero en contra del asalariado porque esto no se cubre durante el mes ni mucho menos durante todos los meses en curso hasta que se produzca el próximo ajuste de los ingresos, como es el caso típico y agraviante de los jubilados / pensionados (que se venían aumentando cada 6 meses – ahora cada 3 y sub-indexados – sin recupero de los meses transcurridos). Y que se trata del mecanismo exactamente inverso al que siguen las ganancias especulativo-financieras, que se benefician en forma cotidiana y/u horaria.
Esto quiere decir que toda la Población Argentina de Ingresos Fijos se traga así sistemática e institucionalmente la Inflación a través de la caída de los Salarios Reales, lo que constituye hoy – en la práctica – uno de los ejes centrales de la administración Macri para amortiguar parcialmente los gastos del Estado y de las Empresas Privadas a costa de las menores remuneraciones a los sectores asalariados y jubilados.
Pero en todo esto hay algo tanto o más grave todavía que subyace en el mecanismo perverso de orígenes y operatoria del proceso inflacionario y es la cuestión de si al gobierno Macri le interesa verdaderamente la baja de la Inflación Argentina:
La Inflación, desde el punto de vista financiero-fiscal, se comporta como un Impuesto y, como tal, fuente de mayor recaudación tributaria cuando se trata de emisiones de dinero sin respaldo. Y, peor aún, como uno de los impuestos más regresivos aplicados desde el Estado.
El Banco Central (BCRA) mantiene altas Tasas de Interés (que constituyen la base principal de las ganancias récord especulativo-financieras) con el argumento de la lucha anti-inflacionaria pero soslaya que esas mismas tasas de interés son uno de los principales factores determinantes de la Inflación (punto 5) y que las mismas han demostrado hasta ahora su inoperancia frente al problema de los aumentos de precios pese a los dos largos años de gestión Sturzenegger.
Pese a su retórica contra la Inflación, es el propio gobierno Macri el que contribuye a mantenerla elevada, según surge de los 6 puntos citados (incluyendo particularmente al 5, relativo a las tasas de interés).
Por ende, más allá de lo declarativo, la administración Macri no propende en los hechos a la baja de la Inflación sino que, por el contrario, la viene utilizando como herramienta para mantener la caída de los Salarios Reales y subsidiar a la actividad financiera, que es la que se mueve con mayor habilidad y rentabilidad en épocas de alta Inflación.
Y, como agravante, busca ahora institucionalizar este mecanismo – en alianza con los sectores empresarios y financieros – tratando de forzar que las nuevas negociaciones paritarias se convengan sobre la base de una Inflación Futura artificialmente optimista y no sobre el recupero ni las proyecciones realistas de la Inflación Pasada y Presente; y que además los nuevos convenios no incluyan cláusulas gatillo de ajuste frente a los previsibles desvíos desfavorables en los aumentos de precio.
La clave de este mecanismo de baja sistemática de los Salarios Reales reside así en la combinación de tres acciones oficiales concurrentes: 1. Sueldos retrasados frente a la Inflación, es decir, sin recupero de los aumentos de gastos de la población, 2. Incidencia financiera del desfase de pago de los Salarios entre los períodos de percepción y actualización, y 3. Venta permanente de expectativas futuras ante la opinión pública frente a la falta de resultados presentes, como forma de ganar tiempo mientras se verifica la caída de los ingresos fijos reales pero simultáneamente se maximizan las ganancias financieras privadas, nacionales e internacionales.
Si al gobierno Macri le interesase verdaderamente combatir la Inflación la atacaría en sus Causas – que son los aumentos de precios citados en los puntos 1 a 6 – y no en sus efectos o Consecuencias, que son el reclamo por los aumentos salariales compensatorios de esa Inflación.
Pero no, la política macrista es la inversa: no a los Controles de Precios, vía libre a las remarcaciones constantes y discrecionales, alta presión tributaria, fuertes aumentos de precios/tarifas de servicios públicos y de los costos financieros determinantes de tales incrementos, empezando por las altas tasas de interés que fija el BCRA.
Los hechos hablan por sí solos en esta materia: libertad de precios, controles de salarios y subsidio a la actividad financiera vía altas tasas de interés.
O sea, que se da así la paradoja de que es un gobierno neoliberal – que hace gala de su aparente ideología anti-intervencionista – el mismo que libera los precios de Mercado a favor de las Empresas pero simultáneamente controla los salarios de los trabajadores y jubilados, que invoca la lucha contra los subsidios económicos pero sostiene los subsidios financieros a través del negocio especulativo entre altas tasas de interés y tipo de cambio estable, que proclama la necesidad de Inversiones Productivas pero ofrece a los capitales golondrina las mayores rentabilidades financieras del Mundo.
Y todo ello puesto al servicio de una teoría financiera tan discutible como contradictoria: la hipótesis de que la causa de fondo de la Inflación es el elevado Gasto Público, que éste provoca el Déficit Fiscal creciente de la Argentina y que este déficit tiene que cubrirse con Deuda Pública, cuando en los hechos la Deuda y sus Intereses son el principal rubro del Gasto y el Déficit Fiscal.
De esta manera, lo que se está ocultando es que no es la Emisión Monetaria, per se, la causa de la Inflación sino la Deuda: no debiera existir inflación si el aumento de los medios de pago – vía impresión de dinero – tiene como correlato el Crecimiento de la Economía, teniendo como destino de los fondos el financiamiento de proyectos productivos y/u obras públicas e infra-estructura en lugar de usarse para seguir sosteniendo el gasto financiero del Estado.
Pero si, como ocurre en la Argentina, el dinero se sigue emitiendo mayoritariamente para cubrir el sistema de los gastos financieros públicos, como son los servicios permanentes y crecientes de una Deuda impagable del Estado y los paralelos gastos cuasi-fiscales del BCRA por su montaña de Lebac igualmente impagable, entonces el problema de la Deuda es el verdadero determinante de fondo del aumento del Gasto Público y del consiguiente Déficit Fiscal.
Así, paradójica o sintomáticamente, la tesis neoliberal de la Inflación como resultado del Gasto y el Déficit fiscales se estaría cumpliendo – según se da hoy – pero no por aumento del Gasto Primario sino principalmente por el aumento de los Intereses a pagar, que a su vez son sólo una parte menor dentro del total de los Pasivos del Estado constituidos por su enorme e impagable Deuda Pública ya que no se realizan pagos por Principal.
Y para poder pagar tales intereses, que son rápidamente crecientes – sin contar las amortizaciones netas de Capital, que directamente no existen porque toda la deuda que vence se paga con nueva deuda, y además se toma deuda adicional – es que el gobierno Macri necesita reducir el peso de otros rubros, que corresponden a los gastos primarios, para tratar de sostener los mayores costos del gasto financiero.
Apretado, empero, por los compromisos incrementales y la mayor proporción de obligaciones fiscales y cuasi-fiscales que contrae a corto y mediano (que fuerzan una refinanciación permanente y cada vez más acelerada de las mismas), ante la mayor presión de los acreedores por el cobro de los intereses y por las condiciones de novaciones de principal de la Deuda, y con un déficit fiscal en aumento que deriva en mayores tomas de Deuda, la administración Macri se encontraría en una de las encrucijadas más difíciles de la Historia Financiera Argentina.
Esto explicaría el giro macrista hacia medidas fiscales más duras que se está dando desde Diciembre pasado con la aprobación de varias leyes clave por el Congreso – fundamentalmente una Ley de Presupuesto 2018 que constituye un verdadero cheque en blanco al Ejecutivo, una Reforma Previsional cuyo objeto primordial es la reducción de los aumentos salariales a la Clase Pasiva y una Reforma Tributaria cuyos resultados no están claros ni cuantificados – y con su vuelco a una modalidad presidencialista de gobernar por decretos (DNU), como es el caso del reciente Mega-Decreto 27/2018, que modifica casi un centenar de Leyes, y ahora el Decreto 52/2018, por el que modifica la composición de la mesa de negociaciones de la paritaria docente nacional.
Es la forma – aparentemente desesperada pero encubierta siempre con la clásica complicidad de Oficialismo, Oposición Política y Grandes Medios de Comunicación – en que la administración Macri trata de sostener su gestión de gobierno y dar ahora cumplimiento con ello a los compromisos asumidos por el presidente con los grandes Acreedores Externos y los grupos internacionales de poder económico-financiero en su viaje a Nueva York a principios de Noviembre pasado – casi inmediatamente después de las Elecciones Parlamentarias del 22.10 – grupos éstos que son los que sostienen a su gobierno y que lucran en consecuencia.
Para ello, su administración en general y su nominal Jefe del Estado en particular deben mostrar la pertinente cuota de servilismo y la pseudo-fortaleza en su gestión pública que le permitan garantizar la continuidad de las nuevas obligaciones tomadas.
Es en este contexto que debe entenderse la actual apelación macrista a ultranza en su política de baja de los salarios reales como componente clave del programa de ajuste gradual que está llevando a cabo para poder aguantar los costos del Sistema de Endeudamiento perpetuo y en gran escala en función de su Política de Gobernar con Deuda.

Héctor Giuliano, asesor del Foro Argentino de la Deuda Externa. Foro Regional La Plata, Berisso y Ensenada.
Fuente: http://www.cadtm.org/Inflacion-salarios-reales-y-deuda

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